Lugares emblemáticos de la provincia de Huelva se distinguen por su singularidad, muchos "escondidos" y que esperan a dejarse descubrir, y mucho tantos más populares y masificados, aclamados por onubenses, visitantes y turistas, y con curiosas historias como esta.
El Rocío es esa preciosa aldea almonteña llena de devoción y pureza, inmersa en las arenas y las marismas de los parajes más espectaculares de Andalucía y España. No es de extrañar que cada año atraiga a más personas, religiosas, curiosas y amantes de la Romería más única y célebre del Condado y la provincia de Huelva, traspasando fronteras hasta el resto de España y parte del mundo.
El Rocío y sus caballos marismeños
La aldea del Rocío, sin duda, nos recuerda al Salvaje Oeste, al menos principalmente a sus películas. Grandes avenidas arenosas, ropas preparadas para el calor, frescas, con botas y, sobre todo, repletas de caballos en cualquier momento del año.
Y es que el vínculo con el Oeste Americano no es solo un decir y algunas comparaciones. ¿Sabías que el caballo marismeño ha aparecido en un gran número de películas americanas? También en anuncios e incluso logotipos durante muchas generaciones.
El caballo marismeño
Es curioso, pero el "estilo americano" del caballo salvaje, fue introducido por los españoles, y más concretamente, la raza autóctona marismeña. Pues el famoso mustang americano desciende del caballo onubense.
Los caballos del Oeste americano eran de Huelva
Los primeros equinos que pisaron el nuevo continente entre finales del XV y primeros del XVI eran marismeños. La razón era simplemente comodidad y operatividad. Embarcaron en las naos que partieron desde la costa onubense, Sevilla o Sanlúcar los que había más a mano y esos eran los de la raza autóctona marismeña.
La raza autóctona marismeña
El famoso mustang americano desciende de esos caballos. De hecho, la palabra proviene de la palabra española mustango y fue adaptada al inglés como mustang. A su vez proviene del español mesteño con variante mestengo. Se llamaba así desde el siglo XIII a los animales que no tenían dueño conocido, y que por las leyes de Castilla debían pasar a propiedad de las mestas o concejos de ganaderos.
Los mustangs norteamericanos son caballos cimarrones, libres tras escaparse de sus propietarios y que pastan por las grandes llanuras. Una vez en libertad se agrupan en manadas, se reproducen y crían el genuino emblema americano que no es más que el nieto del caballo marismeño de Almonte.
