2 leyendas de Huelva que seguro no conocías
Huelva esconde multitud de rincones que se dicen embrujados, casas encantadas y distintas leyendas que dan una segunda vida a lugares que fueron abandonados. En el portal de viajes Condé Nast Traveler hacen alusión a uno en concreto ubicado en el corazón de la capital.
Desde la publicación hablan de Las voces de la Cruz Roja de Huelva. Lo destacan como "uno de los bastiones del terror onubense", ubicado en el edificio de la Asamblea de la Cruz Roja en la ciudad.
Hay quienes hablan de gritos en las escaleras, ascensores que suben y bajan solos sin que nadie los llame, ruidos de sillas que se mueven cuando las estancias se quedan vacías… Muchos fenómenos extraños sin explicación alguna en un edificio que vivió muy de cerca el derrumbamiento en el año 1956 de una fachada en la calle Aragón.
Cuentan que aquella catástrofe se llevó por delante la vida de trece personas y provocó una gran conmoción social. Se dice que desde entonces, los fenómenos paranormales se multiplican en la Asamblea de la Cruz Roja. Y las visitas al edificio también.
¿Conocías esta leyenda?
Pero no solo este lugar de la capital esconde una leyenda. Otra de las edificaciones que más historia tiene es, sin duda, la conocida como Casa del Diablo.
En sus orígenes era un edificio de carácter palaciego, que pertenecía a una familia de lo más distinguida. Eso sí, en el año 1755 como consecuencia del terremoto de Lisboa tuvo que ser reformada. Es en ese momento cuando se decidió añadir unos adornos a ambos lados de la fachada.
Se trata de unos medallones de unas cabezas que tienen cierto parecido a unos demonios. De ahí que, popularmente, se comenzara a llamar Casa del Diablo. Lo cierto es que esta casa nunca estuvo maldita aunque, eso sí, estaba situada nada más y nada menos que junto a la Casa de la Cruz.
La leyenda cuenta que una señora se comprometió con Satán a coserle su capa roída. La mujer falleció antes de poder cumplir su promesa. El demonio hizo de las suyas y, después de muerta, obligó a la mujer a coserle la capa por las noches.
Hay quien dice que puede escuchar sus lamentos, así como el sonido de su máquina de coser. Una historia de lo más sorprendente que forma parte de la tradición oral de Huelva, pasando de generación en generación.
La verdadera historia de este emblemático edificio
Tal y como recoge el periodista Eduardo Sugrañes, hay casas que se mantuvieron en el paisaje urbano con historias y leyendas. Este es el caso de esta vivienda que se levantó en el lugar que hoy ocupa el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huelva, de la que Diego Díaz Hierro se ocupó en su Historia de la Farmacia de Huelva para la que contó con la estrecha colaboración de Francisco Vázquez Carrasco, que fuera presidente del Colegio de Farmacéuticos.
Se publicó en 1972 y recogía la historia de la farmacia en Huelva, que remonta su estudio al siglo XVI con el primer boticario de la villa que se conoce y que reclama el cabildo secular en 1563. Este adquiere una casa en 1593 en la calle Ariza, donde instala botica y cuya calle pasará a llamarse como de la Botica, como se le conoce aún a la que en la actualidad está rotulada del alcalde Mora Claros. Una botica que hasta hace muy poco conservaba todo su sabor de antaño, pero que ahora las estanterías modernas han colonizado en ella un dudoso gusto. Una pena pues se salvó el azulejo exterior de la farmacia y se dejó escapar su fascinante interior.
Volviendo a la Casa del Diablo, se trataba en sus orígenes de una edificación palaciega, de alguna familia distinguida que necesitó ser reformada tras el terremoto de 1755. Se le pusieron entonces como adornos barrocos en el frontis, a ambos lados de la fachada, unos medallones con unas cabecillas que al tener un parecido con diablillos la gente pasó a llamarla como la Casa del Diablo. Pero no estuvo endiablada nunca y es curioso, junto a ella estaba la Casa de la Cruz.
En 1914 los boticarios de Hueva se reunieron en el Círculo Mercantil para tratar de la institución del colegio provincial, se nombró una junta provincial que presidió Casimiro Caballero, de la que se dio conocimiento a la Unión Farmacéutica Nacional. Diego Díaz Hierro plantea la duda de si aquellos esfuerzos iniciales no cristalizaran y es Francisco Vázquez Carrasco quien apunta al año 1919 como indican los libros de actas que informan de una aparente fundación en ese año. Así se reconoció en 1969, cuando se celebró el cincuenta aniversario de la institución.
Dos cabezas en barro cocido
La fachada barroca denota una singular belleza en una casa que conforma esa lista de tantas desaparecidas en nuestra ciudad. Es un trazado clásico y elegante situando en el frontis dos cabezas que se miran, personajes que no se sabe el sentido que tenían en la fachada de la vivienda. Sin embargo para los vecinos que por allí pasaban eran dos diablos y de ahí el sobrenombre.
La calle de los palos en las epidemias
Si singular es el sobrenombre de la casa, lo es también el de la calle donde se levantaba.En la actualidad es la llamada Palos de la Frontera, en honor a la localidad descubridora. A pesar de ello, hay que señalar que desde un principio a esta calle se le llama de los palos, pues en este punto en épocas de epidemias se colocaban palos o estacas a modo de valla que impedían el acceso a la zona por personas que vinieran desde fuera.
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