El valor de nuestro pueblo se encuentra, además de en el especial acogimiento de su gente, en su situación estratégica entre Extremadura, Andalucía y el Alentejo portugués. Venir a Encinasola y conocerla es poder respirar la multiculturalidad de este gran entorno que abarca comarcas tan diferentes.
En verano se multiplica su población, repleto de actividades culturales, deportivas, de ocio..., y cuando comience el otoño, con las lluvias, crecerá la hierba, las encinas se poblarán de bellotas, las tanas, los gallipiernos, los tentullos..., crecerán entre la hierba y los gurumelos empezarán a convertirse en el objetivo de vecinos y visitantes.
La gastronomía de Encinasola puebla de olores y sabores plazas y calles y en bares, restaurantes y hotel se ofrecen manjares exquisitos al visitante. Los productos de la tierra: las carnes ibéricas, el aceite virgen de nuestra almazara, la miel de la contienda, los productos de caza…, convierten las fiestas otoñales en una deliciosa locura culinaria de cultura, ocio, actividades en la naturaleza y paisajes únicos.
En noviembre la Feria y Fiestas de San Andrés, su patrón, y en diciembre la Navidad, son los ejes vertebradores de la segunda mitad del año que siempre esperan nos depare las mejores alegrías.
En esta localidad se han encontrado dólmenes de la Edad de Bronce que dan pistas de su antiguo origen. La invasión romana también dejó huella y hasta se dice que Viriato permaneció en tales lugares. En 1594, la población pertenecía al reino de Sevilla en la Sierra de Aroche y, posteriormente, participa en la guerra de la restauración portuguesa por la frontera, la cual perdió.