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Huelva esconde multitud de rincones que se dicen embrujados, casas encantadas y distintas leyendas que dan una segunda vida a lugares que fueron abandonados. Existe, incluso, una ruta por la que onubenses y visitantes pueden recorrer las distintas casas y zonas encantadas de la capital.
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Si eres un amante del terror, apúntate esta lista de localizaciones en Huelva y sus terroríficas historias.
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La macabra capilla cubierta de huesos humanos a un paso de Huelva
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A la venta este antiguo balneario del siglo XX en Huelva por casi 1 millón
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La histórica y misteriosa casa-palacio de Huelva que se encuentra a la venta
En la calle La fuente había una cafetería hasta hace muy poco junto a una tienda de calzado: era el Restaurante Candilejas. Era una maravilla cuya única luz era la de las velas, un lugar muy selecto, de aquellos que había que reservar mesa antes de acudir al mismo y de los olvidados en los que un señor de etiqueta te abría la puerta para entrar o salir.
El restaurante se encontraba edificado en una antigua casa del siglo XIX donde vivió toda la vida un médico y su familia, gente acaudalada y de buena posición en Huelva. Sus descendientes ocuparon y vivieron aquella señorial casa en las décadas posteriores, hasta el último de ellos que fallece dejando que el inmueble pasara de manos de la familia a las manos inmovilistas de aquel negocio que la iba a ocupar. Su parte superior era bastante tétrica y cuando los clientes estaban en la parte inferior se podían oír, procedentes el piso de arriba, sonidos muy extraños, como el arrastre de algo pesado, golpes fuertes, gritos y sonidos espeluznantes que dejaban a todo aquel que los escuchaba petrificado.
Otro fenómeno inquietante es el que se produce en la localidad onubense de Manzanilla donde, recientemente, se conoció que ocurren hechos extraños e inexplicables teniendo como testigos de ellos a parte de la corporación municipal.
El teniente de alcalde, Juan Camacho, personalmente, me decía: “Mira, aquí pasan cosas muy raras, yo hay muchas tardes que me quedo solo completamente, repasando documentos y otras tareas y escucho el corretear de un niño, por el tipo de pisadas, por el pasillo, me asomo y no hay nadie”.
“En otras ocasiones se escuchan en los despachos como si alguien arrastrara las sillas y te asomas y no pasa nada” afirmaba.
Es un sitio apartado, dejado de la mano de sus propietarios, cuando cae la noche es un espectáculo pues el cielo se muestra limpio y es un magnífico observatorio.
Pero en su interior la tranquilidad, a veces, brilla por su ausencia. Según testimonios, ocurren hechos que podríamos calificar de paranormales. En este punto indica que se escuchan voces que surgen de la nada y se pueden ver sombras, o seres sombríos, que pasean por el lugar, que intimidan con su presencia.
Igualmente el sentimiento de sentirse observado y donde la oscuridad es lo que más abundan en el silencio de la noche de este lugar de nadie. Los investigadores y curiosos que han venido hasta este punto indican que se han podido captar caídas de temperatura de hasta 20ºC -lo cual me parece excesivo- y, nuevamente, la aparición de sombras y psicofonías.
También conocido como Casa del diablo, sobre este enigmático emplazamiento figuran dos teorías que tratan de dar una explicación a este terrorífico nombre. La tradición popular marca que, desde que se restauró tras el terremoto de 1755, se le pusieron, como adornos barrocos a ambos lados de la fachada y enfrentadas entre sí, unas deformes y siniestras caras que bien podrían recordar al mismísimo demonio.
No hay ningún estudio que responda al motivo de la colocación de estas caras, pues, mientras unos consideran que son simples adornos de la casa de un rico comerciante, otros sostienen que el caserón era en realidad un hospital en épocas de pandemia. De este modo, las figuras podrían ser una especie de señal de advertencia del peligro de contagio en su interior.
Otros cuentan que esta casa estaba habitada por un sastre que hizo un pacto con el diablo comprometiéndose a confeccionarle una capa. El sastre fallecería sin cumplir la promesa y, una vez muerto, fue obligado a coser la capa para el demonio. Fue su pena y los sonidos que emitía la máquina de coser traspasaban los muros de su vivienda.
Si te pasas por la calle Palos de la Frontera, todavía puedes ver estas caras desde el exterior.
Este edificio alberga uno de los bastiones del terror onubense. Empleados y usuarios hablan de gritos en las escaleras, ascensores que suben y bajan solos sin que nadie los llame, ruidos de sillas que se mueven cuando las estancias se quedan vacías… Muchos fenómenos extraños sin explicación alguna en un edificio que vivió muy de cerca el derrumbamiento en el año 1956 de una fachada en la calle Aragón.
Aquella catástrofe se llevó por delante la vida de trece personas y provocó una gran conmoción social. Se dice que desde entonces, los fenómenos paranormales se multiplican en la Asamblea de la Cruz Roja. Y las visitas al edificio también.
El histórico edificio albergó la primera orden religiosa de Huelva en el siglo XVI. Durante la obra, aparecieron en el patio interior, difícilmente visitable, restos de niños enterrados y de varias religiosas.
Nadie sabe cómo los restos de los cuerpos acabaron allí, pero son varios los vecinos que afirman escuchar llantos y ruidos inquietantes en los sótanos del lugar.
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