Las velas de la vela
Pekín 2008 - La crónica de la jornada
El triunfo de Echávarri y Paz en la mar sirve de homenaje a las víctimas de Barajas · España rebasa su tope de oros de Atenas y Sidney · El hockey, memorable, se cuela en la final · Vasco, sin fuelle, gana a Paquillo
No cortaron el mar, volaron sobre él. No era un velero bergantín, sino una embarcación de la clase Tornado. Y, después, en el podio, en la celebración por el oro, tras la consecución de su objetivo de la temporada, de los últimos cuatro años, como buenos marineros, honraron a los muertos. Fernando Echávarri y Antón Paz recordaron, bajo los sones del himno español, a las víctimas del accidente de Barajas. Mar y cielo unidos. Desde Pekín a Madrid. Brazaletes negros en el brazo y oro en el cuello. Sensaciones contrapuestas.
Un velatorio en la vela española a pesar de los laureles conseguidos. Solidaridad del deporte con el profundo dolor de cientos de familiares hundidos por el maldito fallo en la aeronave. El santaderino y el madrileño, ambos pontevedreses de adopción, dedicaron el oro, su resplandeciente medalla pescada en el oleaje de Quingdao, a esas víctimas del infortunio y la tragedia.
Esta undécima presea teñida de luto tiene, amén de los tintes luctuosos, otros significados, ya deportivos, para España. El medallero gobierna los Juegos. Nuestro país, decimocuarto ahora, ha rebasado los oros de Sidney y de Atenas con el cuarto premio áureo, conseguido por Echávarri y Paz. En Australia y Grecia sólo se entonó la marcha real tres veces, seis en total contando los dos Juegos. En China van cuatro y pudieron ser cinco con el 49er, aún a expensas de que el Tribunal de Arbitrate Deportivo, recurriendo a la equidad y no a la alquimia, convierta la plata en oro, birlado por los daneses con acento croata.
Igualó ayer el equipo español, además, los 11 podios de Sidney. En el punto de mira están los 17 de Atlanta y, siendo generosos en el pronóstico, los 19 de Atenas. Empatar con Barcelona a 22 suena a pérdida de papeles. Piano, piano. Paso a paso.
Así anduvo debajo del diluvio universal María Vasco en los 20 kilómetros marcha. Empapada y desfallecida, vio volar por una pájara el podio en el Nido de atletismo. Habría sido la undécima medalla, pues competía antes de Echávarri y Paz, y terminó en honorable diploma. Quinta. A falta de dos kilómetros iba codo con codo con la noruega Platzer calculando para quién sería la plata y el bronce. El cielo cayó sobre la barcelonesa. Incapaz de sostener el ritmo de la nórdica, fue superada por una italiana y una china. El premio del tercer cajón estuvo a 13 infernales segundos.
Vasco, eso sí, ganó a Paquillo, séptimo en la misma disciplina en su día. Beatriz Pascual, radiante en la tormenta, llegó justo detrás, sexta. También diploma, recibido con sonrisa de oreja a oreja.
Ufanos, más que eso, emocionados, fuera de sí. Múltiples sensaciones pasaron por la mente y el cuerpo de los jugadores de hockey hierba. Maurits Hendriks, un holandés errante en España, un estajanovista que busca en el detalle el secreto del éxito, un innovador de la tecnología aplicada al deporte, ha impulsado hacia la final a sus chicos, gente de mentalidad ganadora, como apunta él.
Sólo había que ver el partido ante Australia. Gol en contra en el minuto 1, oportunidades claras falladas en el primer tiempo, otro tanto en contra en el arranque del segundo. Lejos de asustarse o bajar los brazos, más corrían. Tubau, peleado con el gol todo el torneo, recortó y luego neutralizó la desventaja. Freixa, a menos de dos minutos del final, acertó, al fin una buena nueva, con un penalti-córner que garantiza como mínimo la plata ante Alemania.
No debería ser la duodécima -hay que tocar madera: cuando el periodismo habla, sube el pan-. Le corresponde el honor a David Cal de atrapar recompensa en la final de C-1 1.000, salvo que Bragado, Odriozola o Pérez den la campanada de madrugada en los 50 kilómetros marcha. Las siguientes en competir son las chicas del K-4 500. Manchón, Smidakova, Molanes y Portela no van de convidadas de piedra. Con un bronce volverían risueñas.
Antes de regresar al atletismo, una cariñosa mirada a la bella Almudena Cid. Vitoriana de 28 años, cierra en Pekín el círculo histórico con cuatro participaciones olímpicas. Desde Atlanta lanza la cinta al aire y en China debutó siendo décima. Elegante y grácil, Cid se ve en la final de la gimnasia rítmica. Sólo sintió, y sufrió, que no le dejaran competir con el crespón negro por el drama del aeropuerto de Barajas.
Lo prometido es deuda. El tartán sigue sin traer una medalla. Brama Odriozola, en este caso el presidente y no el marchador. Las posibilidades en los durísimos 800 siempre son menores, aunque Manolo Olmedo, Manolito de toda la vida, acudía maduro, de marcas y de cabeza. Le jugaron una mala pasada las piernas y la testa. Las primeras, por quedarse a seis centésimas de la final; la segunda, por encararse con la prensa, habitual treta de pagarla con el mensajero por un cabreo propio. El sevillano es de sangre caliente, cierto, pero dejar con la palabra en la boca a un periodista después de despacharse a gusto es de poco estilo. Te llames Olmedo o te apellides Fignon. Las buenas formas no hay que perderlas aunque pierda uno el concurso en una final olímpica.
Consciente Antonio Reina de estar a años luz de sus mejores tiempos, no ahondó en su mente en busca de excusas por apearse del tren de los ocho elegidos para jugarse el título a cara de perro.
Otra andaluza, la jerezana Mercedes Chilla, compitió incómoda. La insistente lluvia le dio el día. Lástima que fuera en la jornada en que una española se estrenaba por primera vez en una final olímpica de jabalina.
Quien avisa no es traidor. "He cumplido estando en la final", adelantó Quiñónez. No quiso desdecirse y terminó octavo, otro diploma, en los 110 vallas. El velocista justificaba la afirmación al llegar a Pekín con la decimocuarta marca de los competidores. Verdad, pero nunca se puede estar satisfecho de antemano.
Ésa debe ser la mentalidad de Natalia Rodríguez e Iris Fuentes-Pila. Segundas en sus respectivas semifinales, han dado una alegría en los 1.500. En chicos hubo uno en la final (Higuero); en chicas, algo inédito, dos.
Lituania -baloncesto- e Islandia -balonmano-, frío del Báltico y del Atlántico. Rivales gélidos para España en el trasiego hacia la final. La victoria es sinónimo de metal. Ambas selecciones, la de Aíto y la de Pastor, se hallan en las semifinales. A los lituanos les han dado para el pelo los españoles en los amistosos. Nada que ver con la realidad. Pau Gasol no olvidará la final del Eurobásket de Suecia 03 contra ellos. Islandia era el adversario menos exigente. ¿La mala suerte? Coincide la hora.
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