El gregario al que curtió su padre
Ciclismo - Tour de Francia
Carlos Sastre confirmó con su paseo de amarillo en París, como vencedor del Tour de Francia, su entrada entre los grandes nombres del ciclismo, después de una carrera puesta, a menudo, al servicio de los demás. El sábado en Saint Amand Montrond, tras la contrarreloj decisiva Sastre se coronó nuevo rey de Francia, con el dedo mirando al cielo, en señal de reconocimiento a su cuñado, y también ciclista, Miguel Ángel Chava Jiménez, fallecido en una clínica de desintoxicación por drogas.
El ciclista, que se crió en Leganés y luego marchó a El Barraco, vivió su momento de gloria el miércoles, con la vital diferencia lograda en la etapa mítica de Alpe d'Huez, que le sirvió para vestirse de amarillo para el resto de la prueba.
En su carrera, Sastre se ha caracterizado por su habitual presencia en las grandes rondas por etapas -dieciséis desde 2000-, pero a pesar de sus buenas actuaciones hubo de esperar al 23 de julio para inscribir su nombre en la lista de ciclistas que han vestido la malla de líder del Tour de Francia.
Su glorioso paseo por los Campos Elíseos vestido en oro culmina el sueño de su vida, desde que con ocho años se interesase por el ciclismo, cuando su paisano Ángel Arroyo ganó la Vuelta a España. Ese mismo año, Víctor, su padre, se hizo con las riendas del equipo local de El Barraco, donde coincidió con el Chava, y su carrera dio un modesto pistoletazo de salida.
Al no ser conservado en las categorías inferiores de Banesto, Sastre dio el salto a la ONCE en 1997, a las órdenes de Manolo Saiz. Sastre se puso al servicio de los líderes del momento, el francés Laurent Jalabert o los españoles Abraham Olano y Joseba Beloki.
El escalador (1,73 m. y 60 kg.) abandonó la ONCE en 2002, para fichar por su actual equipo, el CSC, con el que logró mejores puestos, incluso siguiendo al servicio de otros, como el italiano Ivan Basso. De esta manera logró un tercer y un cuarto puesto en el Tour (2006 y 2007) y dos segundos puestos en la Vuelta (2005 y 2007).
Sastre, aficionado al fútbol, tuvo la oportunidad de seguir en Alpe d'Huez el ejemplo de futbolistas como Zinedine Zidane, que besó su camiseta tras un gran éxito -Mundial de Francia 1998-.
Con ese gesto, el ciclista español quería agradecer el trabajo en la etapa de sus compañeros del CSC. La tarea de su formación fue clave para permitirle imponerse en la subida al Alpe d'Huez, controlando al resto de favoritos.
Dicen de Sastre que su reinado en el Tour es de transición, pero a este humilde rey de la ronda gala siempre se le recordará por su paseo en la última etapa en París y por su gran actuación en Alpe d'Huez, donde consiguió la corona que ayer lucía orgulloso.
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