Racing - recre (1-1)

El gigante es Camuñas

  • El atacante madrileño le da un punto valioso a los albiazules, que merecieron algo más · El Decano anula totalmente a Zigic, el gran temor racinguista por su más de dos metros

Ni dos metros, ni fichajes de invierno. De futbolista desequilibrante nada. De marcaje especial a repaso táctico. El gigante de Santander no fue Nikola Zigic. La figura enorme que ensombreció el partido no fue la del techo de la Liga. No. Fue de un atacante pequeño de estatura que creció hasta agigantar su figura llamado Camuñas. Su acción a dos minutos para el final de la primera parte valió por sí misma todo un partido. Velocidad, calidad y definición exquisita para un futbolista en estado de gracia que se ha beneficiado como muchos otros del cambio de sistema impuesto por Lucas Alcaraz. Y no sólo eso, sino que además fue rentable porque permitió sumar un punto valioso que mantiene la velocidad de crucero hacia la permanencia.

La realidad es esa. La nueva fórmula permite que varias piezas rindan a un nivel mayor, les da más libertad y comodidad al sentirse menos sujetas a unos espacios concretos. Camuñas, Aitor o Sisi se incorporan con mucha más frescura y casi siempre en superioridad numérica, con lo que ello implica. Javi Fuego se dedica en exclusiva a crear con la seguridad de tener a su espalda una 'escoba' que lo barre todo llamado Barber.

La primera mitad del choque fue una exhibición de esta variante tan provechosa. Permitió al Decano defender con orden y asfixiar a su rival en el centro del campo, donde siempre estuvo en inferioridad. Anuló a Zigic, alejado del área para tratar de ayudar. Y luego le dio opciones de montar rápidos ataques que pudieron culminar mucho antes de la genialidad de Camuñas.

El Recre lo hizo prácticamente todo bien en los primeros 45 minutos. Defendió bien al 'gigante' cántabro, ahogó su centro del campo y disfrutó de más ocasiones de gol. No obstante, le faltó rematar la última parte del trabajo. La que decide quién se lleva los puntos. Camuñas en dos ocasiones obligó a Toño a emplearse a fondo y con cierta fortuna en la segunda oportunidad (minutos 18 y 36). Su oponente en cambio no hizo nada más que lo que le faltó a los onubenses, que ya fue bastante para adelantarse en el marcador. Jonathan Pereira apareció incrustado entre los dos centrales albiazules, recibió un pase medido de Serrano y se marchó en velocidad de ambos defensores (34').

Tan cómodo se había sentido el Recre hasta ese instante con la configuración del partido que ni siquiera se desmoronó por el tanto en contra como cabría esperar. Siguió a lo suyo. Seguro de sí mismo. Y el tiempo le dio la razón. El encargado de rendirle cuentas al fútbol fue Camuñas. Avisó a Toño con un lanzamiento desde la frontal que el meta alicantino se encontró tras golpear en un defensor. Fue un anticipo, un entrante de la obra maestra con la que iba a deleitar a El Sardinero. Luccin vio como el madrileño le pasaba como una locomotora por su lado, se marchaba de su marcador y de nuevo frente al francés se le regalaba un caño antes de desequilibrar al meta cántabro con la cintura y un sutil toque al palo. Genial. El gigante del partido no era serbio ni medía dos metros, sino pequeño y procedente de Madrid. Respondía al nombre de Javier Camuñas.

Con un marcador mucho más acorde con la realidad, el partido volvió a estar bajo control total por parte recreativista. El Racing nunca se sintió cómodo. Jugó siempre al son que le marcó el cuadro de Alcaraz y eso le pasó factura. Con sus delanteros desubicados, sus bandas desiertas y un centro del campo en manos de un Luccin pésimo, los cántabros casi podían dar gracias por lo que se estaban llevando parcialmente.

Muñiz demostró su desesperación moviendo el banquillo. Incapaz de recuperar la batalla perdida en la pizarra con Alcaraz, realizó sus tres cambios en poco más de un cuarto de hora. Dio entrada a Colsa y Toni Moral para refrescar la zona media. Nada. Barber mantuvo infranqueable la muralla como primer baluarte defensivo.

En cambio, las modificaciones rompieron el choque. La segunda mitad fue menos seria, más abierta y por ello con más espacios, aunque disputada con menos brillantez. Los minutos pesaron en las piernas. Los racinguistas echaron el resto, que fue poco porque demostraron que sus argumentos eran previsibles y sin profundidad.

En cambio, los onubenses dispusieron de oportunidades para haberse llevado los tres puntos. A la sazón lo más justo. La más clara de todas a diez minutos para el final cuando Akalé a puerta vacía anduvo lento en el remate y un defensor le tocó el esférico.

Pero hubo más. El Recreativo quiso morir en el área del Racing. Riesgo apenas participó. Zigic deambuló perdido y anulado, con el rostro de Arzo y Lamas grabado en su cabeza. Los locales hicieron un esfuerzo estéril porque con el zafarrancho lo que único que lograron fue romper el partido y permitir al Recre disfrutar aún más. El peligro final, o al menos lo más cercano al peligro, siguió siendo onubense. Sólo la falta de frescura arriba y paciencia para esperar el momento oportuno privó a los de Alcaraz de otra victoria.

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