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La Palma-Ayamonte: Derbi de dos colores

Calentamiento de La Palma la pasada jornada en Coria.

Calentamiento de La Palma la pasada jornada en Coria. / La palma

Uno se juega la tranquilidad y el otro no caer en el drama. A estas alturas de la vida (competición) no caben partidos para el desaire. O blanco o negro. Sin medias tintas. Sin medias verdades. El caso es que asoma un derbi y no puede tener más cosas en juego. La Palma, después de empatar bajo el máximo sufrimiento en Coria, da la impresión de que se le ha ido un tanto el hilo fino, ese de color dorado que le dio para alcanzar tres victorias consecutivas. El empate en Coria tiene valor porque le acerca más al objetivo, la permanencia, aunque algunos echaron la imaginación a volar pensando, con una sonrisa picarona, que los condales podían meterse en camisa de once varas. Hay puntos por delante para que el pensamiento de grandeza tome cuerpo. Pero el asunto, ni es fácil ni está cerca.

Por eso, Nacho Molina, el técnico que dirige la orquesta, se ha encargado de poner los pájaros necesarios en la jaula, haciendo ver a sus muchachos que los que rompen en vuelo no cuentan. Ganar es acercarse una barbaridad a la salvación. Y eso es lo que se dibuja en el horizonte palmerino. Ni una letra más.

En el otro rincón se sitúa el Ayamonte, que no ha tenido ni una semana de paz desde que arrancó la competición, casi siempre en puestos de descenso. El empate ante el Xerez DFC ha despertado las células dormidas de los fronterizos, que llegan a La Palma con varias cuentas pendientes. La primera es sumar una victoria mucho tiempo después y la segunda, resarcirse si puede del repaso de la primera vuelta, en la que cayó ante La Palma por cero a tres. Aquella fría y lluviosa mañana fue el preámbulo de la tormenta que vino más tarde y que azotó a la provincia de Huelva. La Puerta de España no fue una excepción en los dos sentidos, en el climatológico y en el futbolístico.

Si hay un entrenador que no desfallece nunca en su empeño por cumplir el guión es Alejandro Ceballos. Curtido y mil batallas y vicisitudes, con la virtud que siempre resucita a sus equipos por muy oscuro que pinte el panorama.

En La Palma, para ganar, necesitará algo más que resistencia porque el conjunto de Molina le exigirá hasta el extremo, a pesar de que asoma falta de finura en las dos últimas semanas. Por eso se prevé un partido de dos velocidades. Los locales a mil por hora y desplegando alas y los visitantes en la contención sin renunciar al aprovechamiento de la grieta que se descubra, que las habrá.

La Palma ve cerca la luz y el Ayamonte está a un punto de salir de los puestos de descenso. Como ven, la cita no tiene pliegues. O blanco o negro. O puerta grande o todo lo contrario.

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