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"El estadio Iberoamericano debería llamarse también Manuel Pulido"

  • El velocista, que se retiró de la alta competición el pasado mes de julio, considera que ese recinto deportivo debe llevar ese nombre porque, a su juicio, "es la persona de Huelva que más se lo merece"

Diego Moisés Santos ha sido uno de los grandes impulsores para que hoy en día Huelva cuente con el estadio Iberoamericano. Durante muchos años una de las grandes reivindicaciones de los atletas onubenses era contar con unas pistas de atletismo en la capital, algo que se hizo realidad en el año 2004.

"Somos muchas las personas que luchamos por ese objetivo. Yo aporté mi granito de arena, pero no fui ni el precursor ni el máximo exponente. La construcción del Iberoamericano ha sido algo muy importante para la ciudad -indica-. Me gustaría que la pista de atletismo lleve un nombre de una persona representativa de este deporte, y no es el mío. Si de mí dependiese sería el de Manuel Pulido Domínguez. Creo que es perfectamente compatible que el estadio Iberoamericano se llame también Manuel Pulido Domínguez. Es la persona de Huelva que más se lo merece y lo digo de corazón. Está dedicando su vida al atletismo; el día que se muera morirá por él", añade.

El velocista argumenta que "si se le pregunta a la gente de la Diputación Provincial, que trabaja en el estadio Iberoamericano, responderá que él está allí siempre, aunque llueva o haya 45 grados de temperatura. Pienso que los homenajes hay que hacerlos en vida. Tengo una espinita clavada en este sentido. José Manuel Cortés Medina tiene el nombre del polideportivo municipal en Lepe y yo quiero que se llame el estadio Iberoamericano-Manuel Pulido Domínguez".

Diego Santos confiesa que este entrenador fue fundamental en su carrera deportiva. "He logrado éxitos para el atletismo onubense, pero sin él no habrían sido posibles. Él fue la persona que habló con mi padre, que quería que yo estudiase y no me dedicara a correr. Afortunadamente le hizo caso a Pulido".

Sus inicios no fueron sencillos. Hay mucha gente que le recuerda entrenándose en la calle arrastrando neumáticos viejos. Habitualmente se ejercitaba en las pistas de tierra que existían en el viejo Estadio Colombino de la Isla Chica, ya derruido. Eran tiempos muy duros, que exigían un gran sacrificio personal. "En el año 1996 mi objetivo era acudir al Mundial de atletismo junior de Sydney -recuerda-. Entonces yo estaba haciendo FP por la rama de mecánica y me levantaba todos los días muy pronto porque desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde tenía que estar en la Peugeot para las prácticas. Luego tenía clase en el Instituto Fuentepiña desde las 15.00 a las 21.15 horas y al acabar rápidamente me iba al Colombino para entrenarme. Mi calentamiento era ir corriendo, con la mochila a cuestas, al estadio, donde me esperaba Enrique y estaba hasta las once o las doce de la noche. Con lluvia, en invierno, daba igual. Tuvimos suerte porque logramos el objetivo, aunque estuve a punto de no poder ir porque tuve dos lesiones: un esguince de segundo grado y una rotura de fibras. Llegamos por los pelos al Mundial".

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