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Historia de una superación
Atletismo
Abdelaziz Merzougui, campeón de Europa junior de cross, ha preparado en Punta el Mundial de marzo · Atrás queda su esfuerzo desde que llegó a Lanzarote en patera
El atleta de origen marroquí Abdelaziz Merzougui es una de los jóvenes promesas del atletismo español. Con 19 años, ya ha cosechado uno de sus triunfos más importantes en su trayectoria al proclamarse campeón de Europa junior de cross, título que consiguió a principios de diciembre en Albufeira, Portugal. Estos días ha estado entrenando en Punta Umbría, junto al resto de la selección de atletismo junior y sub 23, en una concentración que finalizó ayer. Todos están probando el nuevo circuito de cross en el que se disputará el Campeonato del Mundo de Campo a Través el 20 de marzo.
Merzougui se encuentra en una forma estupenda y ha realizado buenos tiempos en este campo, en el que se ha entrenado muy a gusto porque la temperatura estos días ha sido bastante benigna, sobre todo en comparación con la de Lleida, lugar donde reside.
A este atleta se le ha llamado de muchas formas, 'el atleta que llegó en patera, 'el atleta que pasó de la patera al oro' y ha conseguido ya bastantes titulares.
Con tan sólo 15 años, llegó en noviembre del 2006, en patera, a Lanzarote desde Sidi Ifni, Marruecos, al cabo de 36 horas de viaje y previo pago de 600 euros. Una hazaña que, para él, supuso el inicio de una nueva etapa. Con afán de superación, entrenamiento y esfuerzo ha demostrado que es una de las jóvenes promesas del atletismo español que se está logrando un nombre en este mundo tan competitivo como el atletismo.
Merzougui, campeón de España júnior de 3.000 metros obstáculos y cuarto en el Mundial de la misma categoría, trabaja con el técnico Antonio Cánovas, de 62 años, en Lleida. Allí llegó aconsejado por Ayad Lamdassem, otro atleta marroquí también bajo la disciplina de Cánovas.
Este preparador ha comentado que en la localidad costera han estado haciendo unos buenos entrenamientos y unos buenos tiempos. Pero además, Cánovas asegura que están satisfechos con esta concentración, pues "hace un tiempo estupendo y nos tratan muy bien; estamos todos muy contentos porque no hay comparación entre la temperatura de Punta Umbría y la de otros lugares".
Cada mañana Merzougui ha realizado un entrenamiento junto al resto de sus compañeros; después llegó una sesión más específica para cada uno, seguida de estiramientos, vallas o lo que precise cada uno. Por la tarde, preparación con el fisio, pruebas de fuerza y otras cuestiones necesarias para los atletas y que han desarrollado con toda tranquilidad en el complejo deportivo Antonio Gil Hernández.
Para Merzougui, lo más importante ahora es participar en el Mundial, conseguir la mayor puntuación y demostrar que puede llegar muy lejos en el atletismo. El cross para él es una forma de vida.
Cánovas recuerda que "en su pueblo de Marruecos tenía que hacer diez kilómetros para ir a colegio", y reconoce que se ha apostado mucho por él, sobre todo desde la Federación Catalana, donde creen que va a llegar a lo más alto.
Este joven atleta todavía tiene mucho que aprender, pero el entrenador tiene muchas esperanzas puestas en él: "Hemos luchado mucho, finalmente el consejo de ministros le concedió la nacionalidad española en el pasado mes de marzo, y eso para él ha sido uno de los momentos más importantes de su vida, junto al reciente oro logrado en Albufeira".
Procedente de una familia numerosa, con escasos recursos, de Guelmim (al sur de Marruecos), el joven atleta corría diez kilómetros diarios para llegar a la escuela y se metía un millar de kilómetros en autobús para participar en las carreras de Rabat. En ocasiones, por carecer de zapatillas, se veía obligado a correr descalzo, lo que ha deformado sus pies. Pero las dificultades curten tanto como el calor de Guelmim.
"En Marruecos no hay facilidades para los atletas. Además, existe un nivel muy alto. Si quería seguir en esto, debía marcharme a España", dijo Abdelaziz, quien no se arrepiente de haber venido a España, aunque en diversas ocasiones ha manifestado que no lo volvería a hacer y que no se lo aconseja a nadie.
Cuando se le contempla correr junto a sus compañeros se nota que eso es lo suyo, que estña feliz y, gracias a él, el atletismo español es un poco más feliz también en un momento en que lo que hacen falta son alegrías y medallas para olvidar otros asuntos más turbios.
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