Di Matteo, un héroe improbable de futuro incierto
Cuando Roberto Di Matteo asumió el puesto de entrenador interino del Chelsea heredó un equipo que estaba al borde de la eliminación de la Liga de Campeones. La derrota por 3-1 en marzo en la ida de los octavos de final en Nápoles fue virtualmente el último clavo en el ataúd del entrenador Villas-Boas, que fue destituido poco después. Después de que el Wigan negara el permiso para hablar con el español Roberto Martínez, el Chelsea optó por darle el trabajo a Di Matteo, entonces asistente del técnico.
Bajo la égida del italiano, el Chelsea dio la vuelta a toda la temporada: primero ganando la FA Cup ante el Liverpool por 2-1 y luego levantando por primera vez en su historia el máximo título europeo, la Liga de Campeones, ante el Bayern Múnich en la tanda de penaltis.
Di Matteo dio el crédito a sus jugadores, pero el ex futbolista del Chelsea tuvo al parecer mucho que ver con el éxito. El italo-suizo guió al equipo en el 4-1 con el que remontó el duelo con el Nápoles, luego se impuso al Benfica y más tarde noqueó contra todo pronóstico al Barça.
El partido de vuelta en España y la final en Múnich contra el Bayern tuvieron el sello de Di Matteo: Didier Drogba -al que el club pretende renovar y se ha puesto manos a la obra- como único atacante por delante de un equipo centrado principalmente en defender.
"Los fans están felices con nosotros. Hay que recordar que teníamos cuatro sancionados. Uno tiene que intentar sacar lo mejor de lo que tiene a su disposición", se justificó el técnico de 41 años. Di Matteo, que nació en Suiza pero jugó internacionalmente con Italia, explicó que cuando se encargó del equipo, su primera tarea fue devolverle la confianza. De momento, ayer se dio un baño de júbilo con la afición blue por Londres.
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