El Cartaya sale vivo y coleando de la batalla de Guadalcacín (0-1)
Fútbol| División de Honor
Un gol de Pepe Cárdenas enfría la caldera local. Los gaditanos se estrellaron contra una defensa de granito. Los de Amate, de nuevo líderes y favorecidos por otros resultados
Empezaremos por lo tangible, por lo que se ve y se toca. El Cartaya comparecía en territorio comanche (bien entendida la expresión por lo que aprietan, que luego vienen los de mente fina y la lían) en el peor momento de su interpretativa futbolística. En un mar de dudas y en casi todas las líneas del campo. Incluso se debatía su estado físico. Dudas en la portería, en los costados y en ataque. Y todo ello en una auténtica final por el ascenso. Perder en Guadalcacín era comenzar a señalarse, a afirmar que en los partidos de verdad la verdad dictaba sentencia; tres partidos jugados, dos derrotas y un empate, con toda la ventaja en el garete. Así era la cita, a la que había que añadirle que los gaditanos, venidos arriba en banderillas, se citaban en la penúltima posibilidad por engancharse. Para ellos, era cara o cruz, sin término medio.
Así la cuestión, o el pleito, no cabía otra que la pierna fuerte, dinámica, de portería a portería y al que le dé que perdone. No existían, en principio, las medias tintas o las medias verdades. Pónganle lo que quieran. Y así fue. Fiel al guión o al pensamiento por cómo era el panorama. El Guadalcacín con todo y el conjunto onubense con bajas y tocados y mucha gente metida en el pensamiento de la duda. Lo que es el fútbol, Hoy héroe, mañana villano.
El equipo local comenzó el recital tirando la presión arriba, como antes hicieron otros, intentando que el Cartaya no pensara, porque si el equipo de Amate se para a pensar, entonces no hay rival que se le resista. El entrenador rojinegro despejó las dudas poniendo a Pedro de portero, a Pepe Cárdenas de titular y a Japón abanderando el ataque, con Juan Lagos en el lateral derecho en vez de al renqueante Manuel. Y el técnico acertó en todo porque los jugadores le dieron la razón a base de multiplicaciones constantes en el esfuerzo, a base de solidaridad y a fuerza de poner la pierna en el más amplio sentido de lo que supone meterla con todas las consecuencias. Y ahí se encontró el Guadalcacín un rival de altura. Porque si un equipo técnico como el Cartaya es capaz de transformarse, de poner cara de malo y jugar al mismo ritmo que su rival, entonces las cuentas cuadran por completo.
Hecha la lectura de lo sustancial y las sensaciones confirmadas, vamos con el partido. Fue una locura, como si no hubiera un mañana. En un campo de reducidas dimensiones, el balón era una bala sin control, con francotiradores disparando a todo lo que se movía, esquivando misiles y trincheras. Igual iban los locales a ritmo de tambor que respondía el Cartaya al toque de corneta. Todo así todo el tiempo en la primera parte. Hasta que, en el tramo final, Japón prolongó un balón que se dejó dominar, le cayó a Pepe Cárdenas y el disparo del onubense, cruzado, durmió en la jaula (0-1). Era el minuto 39 de partido y el gol, que valía oro, cabreó aún más si cabe a los locales, a los que ya no les dio tiempo de hacer nada más antes del descanso.
A la vuelta de la calma, por decir algo porque intuimos que en los dos vestuarios nadie se sentó, el Guadalcacín compareció en el campo poseído por la ira. Nos fijamos en los rostros de los jugadores y los parpadeos no existían. Era todo a paso tambor, vivir o morir. A eso le puso el Cartaya defensa y más defensa, esperando armar el tiro de gracia que nunca llegó. No se puede defender mejor y no se puede hacer más por al menos empatar un partido.
Empezábamos la crónica con los tangible. Los que no crean en nada que se salten la siguiente frase. Por el Cartaya, además de defender como nunca antes lo había hecho, tuvo fe. Y fue cuando en una de las innumerables acciones atacantes del rival, José, que se había sumado al ataque, remató alto, de cabeza con la defensa rojinegra en la petición de clemencia y Pedro rezando en portugués. Los mantos de las vírgenes que distinguen a Cartaya se posaron por allí en algún lugar que no vimos. Otra explicación no tiene.
El caso es que el Cartaya está vivo, limpia de momento a un rival que asomaba directo y para más alegría cartayera, en otros campos le favorecieron los resultados. Juro que jamás volveré a descreer. El equipo de Amate es líder de nuevo, recupera paso, sensaciones y opciones y ahora visita al Tomares, otra final. Perdonen la retahíla de finales. Pero es que esta fase es tan apasionante que no tiene partidos de fogueo. Y mucho menos, balas. Y si no, pregunten al Guadalcacin y al Cartaya, y verán las cicatrices que está dejando esta batalla por el ascenso.
FICHA TÉCNICA
Guadalcacín: Migue, Gómez (Jacinto), Benítez (Cristian), Navarro (José), Fer, Joao, Copero (Oscar), Elías, Alenda, Adri, Chuliki.
Cartaya: Pedro, Lago, Novoa, Kike, Francis, Mario, Asuero, Pepe Cárdenas (Adri), Japón (Arias), Marcos (Álvaro Pereira), Josué (Pitu).
Goles: 0-1 minuto 39 Pepe Cárdenas.
Árbitro: José Luis Gamero, de Sevilla. Amonestó por los locales a Benítez, Fer y Joao. Y por los visitantes a Asuero, Josué, Pitu y Álvaro Pereira, y expulso a Amate en el 50 de partido y a Lagos por doble cartulina amarilla en el 90.
Incidencias: Municipal de Guadalcacín. Unos 400 espectadores.
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