Carlos decide un choque abocado al empate

Esta vez no hubo exhibición. La Olímpica, abonada a las goleadas en el Javier López, venció por la mínima al Arcos gaditano, que supo como contrarrestar el juego del conjunto valverdeño con una fuerte presión en la salida del balón de los hombres de Juan Palma.

Ante tal acoso, los jugadores de la Olímpica se veían obligados a las precipitaciones y los balones en largo. Faceta del juego que aprovechaban los gaditanos para llevar la iniciativa y controlar el partido. A pesar del dominio las ocasiones no se manifestaron en ninguna de las dos áreas.

El primer acercamiento al marco rival fue foráneo, pero el disparo de Zurdo roza en la pierna de Cristian y el chut sale levemente desviado. La réplica llega de las botas de Álex que sin oposición lanza desviado a la izquierda de Lemero.

El dominio visitante se va acentuando con el paso del tiempo, mientras la Olímpica espera en su parcela un posible contraataque. Un contragolpe no nunca iba a llegar y un oficioso control del partido que se rompe cuando Carlos remata de cabeza a gol un centro perfecto de Izquete desde la derecha.

Sin hacer nada, los locales se encuentran con el único gol del partido a dos minutos de la finalización del primer tiempo. El tanto sirvió para mermar la moral de los visitantes, que durante toda la segunda mitad no se encontraron con el fútbol desplegado en los primeros cuarenta y cinco minutos.

Ahora era la Olímpica quien imprimía el ritmo que le convenía. Aunque las ocasiones cesaban a medida que se acercaban al marco rival. Al mismo tiempo, el Arcos lo intentaba, aunque la fluidez de la primera mitad se chocaba en la muralla defensiva valverdeña.

En el 87', el recién entrado en el campo Fajardo dispuso de la mejor ocasión del encuentro, pero la posibilidad de sentenciar el partido se esfumó al desbaratar Lemero un tiro a bocajarro del delantero. Ya con el tiempo cumplido y el público pidiendo la hora, a pesar de la 'inofensividad' visitante, José Manuel puso en peligro la victoria de la Olímpica, pero su disparo lejano lo detiene con seguridad Fermín.