Bale, ¿futbolista o velocista? El Barcelona, al desnudo

El galés recorrió en 8 segundos sus 58 metros más decisivos en el Madrid Análisis sobre el momento del equipo que lo ganó todo y una pregunta: ¿es el fin del ciclo?

Bale, ¿futbolista o velocista? El Barcelona, al desnudo
Bale, ¿futbolista o velocista? El Barcelona, al desnudo
Alberto Bravo (Dpa) Madrid / Sebastian Fest (Dpa) Madrid

18 de abril 2014 - 05:02

Fueron los ocho segundos más importantes en la corta historia de Gareth Bale en el Real Madrid, el tiempo que el galés tardó en recorrer 58 metros para marcar el gol de la final de Copa del Rey con que ganó la admiración de todo el mundo. La prensa lo bautizó Usain Bale, síntesis de ese original híbrido entre velocista y futbolista que moldeó el británico en la noche del miércoles, cuando el Madrid ganó la final de Copa al Barcelona tras vencer 2-1 con un espectacular gol a cinco minutos del final.

La acción fue casi sobrenatural. Bale inició su carrera en el centro del campo en un momento en el que los futbolistas ya viajaban al límite de sus fuerzas, y a veces mucho más allá. No era el caso del crack blanco. Al cruce salió Bartra, quien intentó derribarlo. Lo sacó del campo, pero el galés sorprendió a todo el mundo cuando siguió su carrera, regresó al terreno de juego y exigió a su musculado físico un cambio de marcha más para dejar tirado a Bartra. Lo siguiente fue superar a Pinto con un suave remate que pasó entre sus piernas.

Bale mostró su cultura deportiva británica y, lejos de irse al suelo con el contacto de Bartra, apretó los dientes y redobló el esfuerzo de su carrera. No es lo que suele hacer el futbolista moderno, que tiene tendencia a irse al césped en cuanto nota un contacto. Fue una jugada descomunal que además sirvió para darle un título al Madrid, el primero del galés con la camiseta blanca y el comienzo de la rentabilización de los más de 90 millones de euros que costó.

El gol también tuvo mucho de reivindicación para un futbolista que sufrió críticas durante toda la temporada, algo que iba en el precio. Pero en Bale nadie podrá encontrar nunca a un futbolista implicado en el juego colectivo y combinativo del equipo. Él es, ante todo, un futbolista concreto, que aporta estadística en forma de asistencias y goles. Lleva 20 esta temporada. Y, según se vio el jueves, da títulos.

"Con ese gol, el galés ha justificado los cien millones que se pagaron por él, fue todo un regalo para Florentino (Pérez, presidente del Real Madrid). Todo lo contrario que Neymar, que no se puede decir que haya tenido una buena temporada, acorde con las expectativas que había levantado", razonó Sport.

Horas después de su gol, lo curioso fue ver cómo uno de los futbolistas más tímidos e introvertidos del Real Madrid era capaz de elevar hacia las nubes la euforia en su hinchada, que ahora contempla con nuevas expectativas la semifinal de Liga de Campeones ante el Bayern Múnich, que comenzará el próximo miércoles.

Pocas veces un gol mostró tantas cosas: con su galopada en el 2-1, Bale dejó expuestas unas cuantas verdades y no pocas hipocresías en el final de ciclo de uno de los grandes equipos de todos los tiempos:

LOS BLANCOS FICHAN MEJOR. La velocidad del galés para sacarle tres metros en dos segundos a Bartra dejó atónitos a todos los que seguían el partido, pero más razones para el shock tienen en un Barcelona que se burló de los 91 millones de su fichaje y jugó su carta con la oscura contratación de Neymar en vez de fichar un central, necesidad evidente desde hacía tiempo. El Bale de Florentino anotó el gol que el Neymar de Rosell estrelló en el poste. Bale fundió en una carrera de 58 metros y ocho segundos a Bartra, el único central puro del equipo, un jugador en el que ningún técnico del primer equipo confió, pero que jugó en Valencia pese a no estar bien recuperado de una lesión. Le dio esperanzas a su equipo con un gol de cabeza y mostró sus límites ante Usain Bale.

UN BARCELONA SIN GARRA. Los azulgrana no perdían tres partidos consecutivos desde 2003. Y en el tramo final de la temporada, casi exactamente igual que un año atrás, fracasaron en los partidos clave. Tres derrotas en las que fue incapaz de anotar un gol, que llegó gracias a un cabezazo de un defensa semilesionado. Algunos medios definieron al Barcelona de la última semana como los Globetrotters, un equipo que lanzó más centros en tres partidos que en los últimos cinco años. Ocho días para una semana trágica en la que los mismos hombres que alcanzaron la excelencia se hundieron en la apatía y la confusión.

UN ENTRENADOR IMPOTENTE. El mundillo del fútbol español viene insistiendo en dos cosas sobre Gerardo Martino en las últimas semanas. Por un lado se dice que es honesto, profesonal y buena persona. Por el otro, que el equipo le quedó grande. Algún día contará por qué rechazó la oferta de fichar un central cuando se lo ofrecieron, probablemente se entienda mejor lo que quiso y no supo o pudo hacer. Hay una foto en plena carrera de Bale hacia el gol en la que se ve a Martino gritando a sus jugadores, consciente de la inminente catástrofe. No es la imagen de un entrenador sin sangre. Alguna vez habló de los análisis "ventajistas" de los medios, quizás hoy recuerde que el equipo que jugó hace menos de un mes en el Bernabéu fue muy similar al de la debacle. Pero aquel díaganó 3-4 y el ánimo era el opuesto. Duró poco. Martino, como cualquier técnico, depende de lo que sus jugadores sepan y quieran hacer.

LA AUSENCIA DE AUTOCRÍTICA. Xavi dijo tras caer ante el Atlético la semana pasada que habría que ver nuevamente el partido para confirmar si la victoria rojiblanca era merecida. En la noche del miércoles dejó otra frase llamativa: "El resultado es un poco impostor". Y añadió: "Llevamos el peso del partido y en dos contras nos mataron". Bartra lo secundó: "Llegaron dos veces y nos hicieron dos goles". La obsesión por la posesión llevada al límite -85% en Granada y derrota- y la insistencia en lo "diferente" que es el Barcelona terminaron en el absurdo: Bartra no habría sido capaz de frenar a Bale con una falta táctica debido a su ADN-Barça. La belleza del fútbol del Barcelona no se le olvidará a nadie, pero la convicción de que sólo hay una forma válida, legítima y hasta ética de jugar terminó siendo un boomerang para el grupo que todo lo ganó

EL MISTERIO MESSI. El argentino genera toneladas de preguntas, pero ninguna respuesta, en especial porque tras las derrotas es raro que hable ante los medios, algo que sí hacen jugadores como Iniesta o Daniel Alves. Ningún remate entre palos, diez pelotas perdidas y apenas dos faltas provocadas: el Messi de las últimas semanas es aún menos reconocible que ese Barça que fue y ya no es.

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