Mi padre alemán | Crítica

De Prusia a Murcia

  • Ricardo Dudda fue finalista del II Premio de No Ficción Libros del Asteroide con este acercamiento a su progenitor

Ricardo Dudda.

Ricardo Dudda. / Carmen Amoraga

En este libro, la historia mínima y familiar y la gran historia europea del siglo XX se ramifican sin que el lector se despiste ni pierda interés por ninguna de ellas. De ahí el salto extravagante, casi cómico, al que se alude en el título. Porque esto es Mi padre alemán: lo que va de la vieja y desaparecida Prusia hasta un pueblo murciano, llamado Cañadas de Gallego. Es, en fin, el viaje de la vida, azaroso y circunvalatorio, que Ricardo Dudda traza sobre su padre, su padre alemán, protestante pero, para fastidio de Lutero, devoto de la Virgen del Rocío. Las cosas.

Entre el ensayo, la narrativa de no ficción y la biografía, el autor reconstruye el pasado de un personaje singular y octogenario llamado Gernot. Es, como decimos, su progenitor, tan cercano como desconocido. A través de conversaciones grabadas, asistimos a la citada bifurcación entre la historia familiar y el gran angular de la Segunda Guerra Mundial tras la derrota alemana. La abuela paterna, Frieda, tuvo que huir con sus dos hijos, Gernot y Bernd, ante el vengativo avance de las tropas soviéticas. Nada se supo, hasta algo después, del abuelo Richard, quien estaba destinado en el frente. Lo que fue Prusia, cuna del militarismo alemán, acabó borrado literalmente del mapa en la posguerra como entidad política y territorial. La familia, ya con el superviviente abuelo Richard, se estableció en la Alemania comunista, hasta que pudo escapar a la República Federal Alemana. Gernot, aburrido de la vida alemana, decidió viajar a España, a Burgos. Extrovertido, trabajador germánico y seductor, se convertirá en un publicista de éxito, hasta que el tiempo lo destina a la costa murciana en calidad de merecido jubilado con derecho al sol y al deleite.

Es aquí, entre conversaciones y documentos familiares que sobrevivieron a toda vicisitud, donde, a partir también de un pasaporte del abuelo Richard, se construye la vida de un padre en parte extraño para el autor y, de añadido, la de un abuelo y padre de su padre, sobre quien ahora se descubren ciertos hechos oscuros sucedidos en la guerra. Por eso, de fondo, lo que plantea esta obra es si para los herederos tiene sentido asumir el pasado, su lado culposo, o si resulta incómodo o solo absurdo. El mérito de Mi padre alemán es el estilo con el que está escrito, con un ojo puesto en el coloquial presente y otro en el pasado histórico.

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