La amiga de mi amiga | Crítica

Aventuras de Zaida en la ciudad

Una imagen de la comedia sentimental de Zaida Carmona.

Una imagen de la comedia sentimental de Zaida Carmona.

El espíritu de Rohmer sobrevuela ya desde su título y entre numerosas citas esta primera película de Zaida Carmona de relajado gesto político y aire underground que introduce en una particular burbuja de relaciones cruzadas a sus protagonistas femeninas. Porque no hay aquí (apenas) rastro del hombre ni mucho menos de la heterosexualidad, borrados en aras de un rondó entre lesbianas en la treintena que viven y trabajan en el mundillo cultural moderno y precario de una Barcelona hedonista, queer y luminosa.

El naturalismo, la cinefilia y cierto desparpajo anti-dramático se despliegan así por una comedia de cambio de parejas, encuentros en sesiones de versión original, bares, fiestas, parques y salas de teatro independiente que proyectan la realidad hípster de un puñado de chicas no normativas que viven su identidad, su estética, sus gustos y sus cuitas sentimentales sin pedir permisos ni levantar pancartas.

La amiga de mi amiga naturaliza así sus deseos, frustraciones y ensueños pop (con Christina Rosenvinge) para observarlos en sus pequeñas inseguridades y fracasos como lo harían el propio Rohmer, un Allen o un Hong Sangsoo, con esa equilibrada dosis de patetismo, neurosis urbana y azar controlado que celebra la vida con la distancia y el tono justos para el divertimento metacinematográfico