El castigo | Crítica

Los malos padres

Antonia Zegers y Néstor Cantillana en una imagen de filme de Matías Bize.

Antonia Zegers y Néstor Cantillana en una imagen de filme de Matías Bize.

Premio a la mejor dirección en el Festival de Málaga, la nueva cinta del chileno Matías Bize (En la cama, La vida de los peces, La memoria del agua) mete el dedo en la más compleja e incómoda llaga de la paternidad y la maternidad entendidas como territorio alienante y contradictorio. Y lo hace desde el desarrollo de una situación extrema trazada en un único plano secuencia: dos padres (Antonia Zegers y Néstor Cantillana, extraordinarios en el reto) buscan a su hijo escondido o perdido en el bosque tras una discusión en el coche en pleno viaje.

Bize asume que su filme ha de moverse entre el ejercicio realista (que no virtuoso) y la propuesta de aires dramáticos rayana en la abstracción. Su cámara delinea en tiempo real la paulatina angustia de la búsqueda y la espera en los límites de la carretera ante el acecho de la noche, pero sobre todo da forma y densifica ese otro tiempo moral que va revelando poco a poco, gracias al magnífico guion de Coral Cruz, las capas ocultas, motivos, claves, medias verdades o mentiras piadosas que queman y subyacen bajo el acontecimiento.

El castigo se abre así en una doble dirección en la cuenta atrás de su pesquisa de búsqueda, con la llegada de una pareja de policías como señuelo, pero sobre todo va revelando en cada gesto, cada movimiento, cada diálogo y cada silencio entre la pareja, ya ante una cámara invisible, esos tabúes sobre la maternidad (no deseada) y sus temores, la renuncia a la identidad, la responsabilidad, la culpa, el arrepentimiento, el desequilibrio y la crisis de pareja, la infancia problemática, la condena social o la demoledora negación de la realidad.