Eres tú | Estreno en Netflix

El arte de acomodarse

Susana Abaitua y Álvaro Cervantes en una imagen de 'Eres tú'.

Susana Abaitua y Álvaro Cervantes en una imagen de 'Eres tú'.

Hace unas semanas le leía a una cineasta española, sin duda poniendo el parche antes de la herida, que las mujeres directoras, por lo visto muy presionadas a ser excelentes por el mero hecho de serlo, también tenían derecho a hacer películas malas o series mediocres.

Y he aquí que, apenas dos semanas después de ganar sus goyas y a un año vista del exitoso estreno en Málaga de sus Cinco lobitos, Alauda Ruiz de Azúa ya está en Netflix con un nuevo trabajo, un filme que responde sin disimulo a las dinámicas del algoritmo y en el que no cabe encontrar apenas rastro de una mirada personal u original sobre sus asuntos, que no son otros que los de la vieja comedia romántica infantilizada adaptada para tiempos ídem.

Y en efecto, no pasa nada. Como le ha ocurrido a Arantxa Echevarría (de Carmen y Lola a La familia perfecta) o Lucía Alemany (de La inocencia a Mari(dos)), Ruiz de Azúa se suma a esa división invisible de los profesionales al servicio del mejor postor y que cubren su cuota para demostrar que los productos banales, impersonales o de encargo también los puede ejecutar una mujer.

Escrita eso sí por dos hombres, Garrido y Valor (Lo dejo cuando quiera, Reyes de la noche), Eres tú se reviste del tono, el pantone cálido y las narrativas juguetonas de la romcom internacional para desplegar en el mundillo de la edición independiente y el test-marketing la enésima love story de chispa, cambio de parejas, amistades traicionadas e intuiciones mágicas de match en la piel aniñada de un elenco repetido (Cervantes, Alonso, Abaitua, Otxoa) y entre diseños de interior que espantan cualquier indeseable atisbo de precariedad.

Culpar a Ruiz de Azúa del previsible resultado final sería tan injusto como decir que Cinco Lobitos era la gran película realista sobre la maternidad que nunca se había hecho en nuestro país. Eres tú nos interesa y preocupa más por lo que dice del futuro de nuestro cine y las aspiraciones de sus jóvenes cachorros que por sus cualidades y virtudes como producto global destinado al consumo rápido, el olvido inmediato y el fondo de catálogo.      

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