“Ves llegar a un paciente sin caminar y verlo irse de pie... No hay nada más bonito”
Contenido ofrecido por Hospitales pascual
Alma Márquez Lancha. fisioterapeuta del Hospital Virgen de la Bella (Lepe).
En el Hospital Virgen de la Bella, en Lepe, la fisioterapia no es solo una disciplina clínica: es humanidad, seguimiento, formación continua y una relación única con el paciente
Alma, fisioterapeuta con más de 20 años de experiencia y alma literal del equipo, nos habla con pasión sobre su labor y sobre cómo se transforma la vida de muchas personas que llegan a su sala.
Pregunta.–¿Cómo es tu trabajo como fisioterapeuta en el hospital?
Respuesta.–Aquí iniciamos la fisioterapia prácticamente desde el primer día posoperatorio. El abordaje es integral: desde que el paciente sale del quirófano hasta que empieza con nosotros de forma ambulatoria. Los tratamos en planta y luego los seguimos en sala.
P.–¿Qué tipo de fisioterapia se realiza?
R.–Trabajamos sobre todo con pacientes derivados de traumatología, especialmente posoperatorios. También recibimos pacientes de la doctora especialista en Medicina Física y Rehabilitación, que suelen tener patologías crónicas y dolor persistente. Además, nos derivan casos desde ginecología y otorrino, como los síndromes vestibulares.
P.–¿Cuántos fisioterapeutas formáis el equipo?
R.–Somos cuatro: tres por la mañana y uno por la tarde. Aunque hay bastante volumen de pacientes, intentamos que todos pasen al menos por las manos de uno de nosotros para poder hacer un tratamiento más individualizado y cercano.
P.–¿Cómo es la relación con los pacientes?
R.–Muy estrecha. El acompañamiento es fundamental. Enseñamos a cada paciente su protocolo de ejercicios, les damos tablas personalizadas y les formamos para que sigan el tratamiento en casa. A esto lo llamamos educación para la salud.
P.–¿Qué hacéis para reforzar esa continuidad fuera del hospital?
R.–Tenemos grupos denominados RAKI que funcionan de martes a viernes. Dos días se centran en columna cervical y otros dos en lumbar. También damos indicaciones específicas por escrito y verbales para personas intervenidas de cadera, rodilla, hombro, etc. Además, impartimos el “Taller del cuidador”, donde enseñamos a familiares cómo ayudar al paciente en casa.
P.–¿Podrías contarnos algún caso especialmente significativo?
R.–Claro. Recuerdo a un chico en silla de ruedas que vino por una fractura de fémur. Nunca se había puesto de pie. Nos lo propusimos junto al equipo de traumatología… ¡y conseguimos que diera unos pasos! Fue de lo más emocionante que me ha pasado en estos ocho años de hospital.
P.–¿Cómo se vive ese vínculo emocional con el paciente?
R.–Es muy bonito ver cómo llegan y cómo se van. Se genera un arraigo festivo, nos agradecen muchísimo, y eso reconfirma el valor de nuestra profesión. También por eso es esencial el componente humano. Desde un “simple dedo en resorte” hasta un paciente mayor que logra volver a caminar… para cada uno su problema es lo más importante, y eso debemos respetarlo.
P.–¿Cómo mantenéis vuestra formación actualizada?
R.–La fisioterapia ha evolucionado tanto que estar al día no es importante, es indispensable. Trabajamos con punción seca, acupuntura, neuromodulación, y pronto incorporaremos un dispositivo de ondas de choque. Hay que formarse constantemente. Ya no vale solo con la camilla y los aparatos de antes.
P.–¿La tecnología también es importante en vuestro servicio?
R.–Sí, y por suerte el hospital ha apostado fuerte por ello. Tenemos una sala amplia y bien equipada, con aparatos de última generación y todos los recursos que necesitamos para ofrecer tratamientos más globales y personalizados.
P.–¿Cómo es la relación de vuestro equipo con otros servicios del hospital?
R.–La relación más estrecha es con traumatología (tenemos cinco traumatólogos) y con la doctora de Rehabilitación. Pero también trabajamos coordinadamente con Medicina Interna, en casos neurológicos (como ictus), Ginecología, Otorrino y, a veces, incluso Urgencias. Para nosotros, la comunicación interdepartamental es clave.
P.–¿Y hacéis también fisioterapia preventiva?
R.–Sí, sobre todo a través de la educación sanitaria. Repartimos materiales escritos con tablas de ejercicios, damos talleres y explicaciones para que el paciente pueda prevenir recaídas o complicaciones en su domicilio.
P.–¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
R.–Todo. Desde que llego a las 8:00 hasta que me voy. Llevo 22 años trabajando y jamás he dudado de mi vocación. Me encanta ver cómo mejoramos la calidad de vida del paciente. El cirujano opera, pero nosotros estamos con ellos cada día, viendo su progreso y recibiendo su cariño. Eso no tiene precio.
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