Relevo en la Junta

Dos vías para suprimir el Consejo Consultivo

  • El Gobierno podría eliminar el Consultivo a través de una reforma del Estatuto o aprobando una ley como hizo Extremadura y avaló el Supremo tras ser recurrida

Susana Díaz y Manuel Jiménez Barrios posan con los miembros del Consultivo tras su última renovación en enero de 2018.

Susana Díaz y Manuel Jiménez Barrios posan con los miembros del Consultivo tras su última renovación en enero de 2018. / Julio Muñoz / Efe

El Consejo Consultivo de Andalucía tiene sus días contados. Las tres formaciones que sustentarán el futuro Gobierno de la Junta, PP, Ciudadanos y Vox, están de acuerdo en su supresión. El pacto suscrito entre el PP y el partido naranja recoge expresamente su extinción en uno de sus 90 puntos. Y aunque el texto acordado a su vez por populares y Vox no cita directamente al ente que preside Juan Cano Bueso, sí plasma el compromiso de ambas formaciones de “eliminar todos los organismos superfluos y eliminar la administración paralela”.

En su carrera por emular las instituciones estatales, todas las comunidades autónomas salvo Cantabria crearon un Consejo Consultivo, a imagen y semajanza del Consejo de Estado. En el caso de Andalucía, existe desde 1993 y es un organismo autónomo, que no está integrado en consejería alguna.

Su función es emitir dictámenes, normalmente preceptivos pero no vinculantes salvo que la ley disponga lo contrario, para velar por el cumplimiento de la Constitución, el Estatuto de Autonomía y el resto de las leyespor parte de la administración autonómica, las universidades y las instituciones locales andaluzas.

El Estatuto de Autonomía reconoce en su Capítulo VI al Consejo Consultivo como una de las instituciones de autogobierno, junto al Defensor del Pueblo, la Cámara de Cuentas, el Consejo Audiovisual, y el Consejo Económico y Social. La cuestión que se abre ahora es si es necesario reformar el Estatuto para suprimir el Consultivo, o si basta con la aprobación de una una ley en el Parlamento de Andalucía.

Difícil reforma del Estatuto

En caso de reformar el Estatuto, el proceso sería muy arduo pero jurídicamente más sólido. El Estatuto de Autonomía exige que la propuesta de modificación sea aprobada en el Parlamento por mayoría cualificada de dos tercios. PP, Cs y Vox suman 59 escaños, por lo que necesitarían sumar al menos del apoyo de Adelante Andalucía, algo que se antoja difícil en el panorama político actual.

Madrid y Extremadura son las únicas regiones que han eliminado su órgano asesor

Además, es preceptiva la aprobación en las Cortes Generales por mayoría absoluta al tener el Estatuto consideración de ley orgánica. Una exigencia no menos problemática, porque mientras que el PP tiene mayoría absoluta en el Senado, populares y naranjas están en minoría en el Congreso y les resultará difícil sumar apoyos para un acuerdo que tiene también el marchamo de Vox. Y por último, habría que convocar un referéndum para su ratificación por los andaluces.

Existe un “proceso simplificado” que sería aplicable si se considera que la reforma no afecta a las relaciones de la comunidad autónoma con el Estado. La principal diferencia es que no exige la mayoría reforzada de dos tercios en el Parlamento de Andalucía. Pero mantiene el requerimiento de su aprobación en las Cortes por mayoría absoluta y la convocatoria de un referéndum.

Derogación por ley

Sería más rápido si se opta por la supresión del Consultivo por ley. Bastaría con que el tripartito hiciera valer su mayoría absoluta para modificar o derogar la ley 4/2005, que rige su funcionamiento. Sin embargo, es previsible que sea objeto de una larga batalla en los tribunales. Y podría derivar incluso en un recurso de inconstitucionalidad, con el argumento de que se trataría de una modificación encubierta del Estatuto, que como ley orgánica, tiene un rango superior a una ley autonómica.

Los únicos precedentes son Extremadura y Madrid, que acordaron suprimir sus respectivos Consultivos en 2015. Tanto el Gobierno del socialista Guillermo Fernández Vara como el que presidía entonces Cristina Cifuentes optaron por aprobar una ley en sus asambleas regionales.

El caso madrileño no causó controversia ya que su Estatuto no recoge el Consultivo

En Madrid no hubo batalla legal alguna ya que su Estatuto no reconocía la existencia del Consultivo. Bastó con derogar la ley que lo regulaba. La propuesta salió adelante en diciembre de 2015 con los votos de PP y Cs, la abstención de Podemos y la oposición del PSOE.

Paradójicamente, en Extremadura el sentido del voto fue opuesto. PSOE y Podemos apoyaron la ley que derogó la norma que regulaba el Consultivo, mientras que Ciudadanos se abstuvo y el PP votó en contra. A diferencia de Madrid, el Estatuto de Extremadura sí enumera al Consejo Consultivo como una de las instituciones estatutarias.

Éste fue el principal argumento al que apeló Pedro Nevado, ex presidente del organismo extremeño, en sus recursos judiciales, pero tanto el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura como el Supremo avalaron la votación de la asamblea regional.

Sentencia del Tribunal Supremo

El Supremo dictó que la derogación de la ley del Consultivo no era antiestatutaria ni por el órgano que lo dictó –Asamblea de Extremadrua–, ni por el procedimiento –mayoría absoluta– ni por el rango de la norma empleado –ley–. Además, el Alto Tribunal resaltó que el Consultivo “no es una institución básica” de la autonomía, como la Asamblea, el Consejo de Gobierno o la Presidencia, que sí están recogidas en la Constitución.

El Supremo zanjó la controversia señalando que aunque esté previsto en el Estatuto extremeño, “lo relevante es su simple existencia legal y se puede crear, suprimir o abolir, por decisión decisión del legislador autonómico”. Por lo tanto, la medida no supuso una invasión de competencias constitucionales ni se vulneró el Estatuto.

La cuestión es si este criterio sería aplicable a Andalucía, o por el contrario se requiere una reforma estatutaria de difícil recorrido político. Una duda que sólo se podrá resolver una vez que se constituya el nuevo Gobierno presidido por Juanma Moreno.

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