Estrés Térmico en Invernaderos, un riesgo que vigilan los obtentores para cuidar a sus empleados
Innovación
Un reto real, pero no insuperable. Gracias al compromiso de muchas empresas, existe una creciente conciencia sobre este riesgo y un esfuerzo tangible por minimizarlo

Cuando pensamos en el trabajo agrícola en los invernaderos, solemos imaginar cultivos protegidos, tecnología avanzada y una producción eficiente. Sin embargo, detrás de cada semilla mejorada y de cada nueva variedad resistente, hay personas que trabajan diariamente en condiciones exigentes. Uno de los desafíos más críticos que enfrentan es el estrés térmico, un fenómeno que se presenta cuando el cuerpo no puede disipar el exceso de calor, algo especialmente común en ambientes calurosos y húmedos como los invernaderos. Esta situación puede causar mareos, calambres e incluso golpes de calor.
Las entidades dedicadas a la mejora vegetal han asumido un firme compromiso con la seguridad de sus equipos de trabajo. Han implementado medidas preventivas que se destacan como buenas prácticas en el sector agroalimentario, y para fortalecer este esfuerzo se han unido en un grupo de trabajo dentro de la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE). Aunque el diseño de los invernaderos está pensado para favorecer el crecimiento de las plantas, también genera un entorno de riesgo para las personas, especialmente en verano, cuando las temperaturas pueden superar los 40 ºC. Esto se agrava durante la realización de tareas físicas exigentes como la polinización, la recolección o los controles fitosanitarios. Tal como señala Manuel Casado, responsable de prevención de BASF Nunhems España e integrante del grupo de trabajo de riesgos laborales en ANOVE, una de las frases más repetidas es: “Más calor, más prevención, cuídate y cuida a tus compañeros”.
Tecnología al servicio del bienestar
Para hacer frente a este problema, el sector trabaja de manera conjunta en el desarrollo de medidas efectivas que mitiguen los efectos del calor. Entre estas iniciativas se encuentra la modernización de los invernaderos mediante la incorporación de sistemas de ventilación automática, sombreados móviles, nebulización y sensores climáticos que permiten monitorear en tiempo real las condiciones internas. Esto facilita la toma de decisiones inmediatas, como la suspensión de tareas o la activación de protocolos de emergencia.
Otra estrategia clave es la planificación inteligente del trabajo. Se priorizan las labores físicas en las primeras horas del día y se implementan turnos rotativos para evitar la exposición prolongada al calor. Además, se habilitan zonas de sombra y puntos de hidratación, y durante los días más calurosos se permite el uso de ropa más ligera o el traslado de parte del trabajo al exterior, siempre que sea posible.
También se impulsa la formación y sensibilización de los trabajadores, quienes reciben información continua sobre los síntomas del estrés térmico y la importancia de la hidratación, incluso cuando no sienten sed. Las campañas se adaptan a la diversidad cultural y lingüística de las plantillas, lo que refuerza su eficacia.
Salud laboral y cultura preventiva
El fomento de una cultura preventiva y la vigilancia médica periódica son otros pilares fundamentales. Se realizan reconocimientos médicos con especial atención a posibles factores de riesgo y se alienta la comunicación constante con los servicios de prevención. Lo más importante es que los trabajadores pueden detener su actividad si no se sienten bien, sin temor a represalias.
Las medidas contra el estrés térmico forman parte de una estrategia más amplia de sostenibilidad laboral. Las empresas dedicadas a la obtención de nuevas variedades de semillas y plantas tienen claro que el bienestar de sus trabajadores es tan importante como la innovación genética o la protección del medio ambiente. Este enfoque ético y humano demuestra que es posible alcanzar la excelencia productiva sin comprometer la salud de las personas. Como remarca Javier Acebuche, responsable de prevención de Syngenta España y también miembro del grupo de trabajo de ANOVE, “la adaptación técnica y organizativa es esencial para hacer frente al calor en nuestro sector. Tenemos protocolos y campañas específicas anuales para protegernos de un riesgo presente ahora y cada vez más”.
El estrés térmico en los invernaderos es un reto real, pero no insuperable. Gracias al compromiso de muchas empresas, crece la conciencia sobre este riesgo y se avanza en su mitigación. Invertir en prevención no solo es una obligación legal, sino una inversión directa en bienestar, productividad y sostenibilidad. El sector de la mejora vegetal está marcando el camino, demostrando que otro modelo laboral es posible: uno en el que la innovación y la seguridad vayan siempre de la mano.
También te puede interesar
Lo último
El lehendakari vasco recuerda que dos de cada tres extranjeros llegan en autobús desde Andalucía
Pradales pide a Moreno ayuda para evitar que menores lleguen desde Andalucía al País Vasco