Entrevista a Juan Cano: "En el Parlamento andaluz hoy imperan las malas formas y la radicalización"

Quien fuese letrado mayor de la Cámara andaluza durante tres legislaturas escribe la crónica de aquellos años en los que Andalucía se institucionalizó

Puertas abiertas en el Parlamento de Andalucía

Juan Cano.
Juan Cano. / M.H.

Juan Cano Bueso, catedrático emérito de Derecho Constitucional, ha sido un observador privilegiado de la construcción de la Junta de Andalucía. Fue letrado mayor del Parlamento andaluz durante las tres primeras legislaturas. También ha presidido el Consejo Consultivo de Andalucía. Ahora acaba de publicar La institucionalización de Andalucía, una crónica extendida de aquellos primeros años.

-Más allá del anhelo de contar con una autonomía, el 1982, fecha de las elecciones, ¿podíais imaginar en esos momentos que la institucionalización de Andalucía llegaría a tanto? Un presupuesto cercano a los 50.000 millones de euros, capacidad de emitir deuda, representación en otros países y otras instituciones como la Unión Europea. ¿Se pensaba en eso?

- Andalucía, de la mano de Rafael Escuredo, a través de la movilización que supuso el 28-F y lo que después vino, había conseguido acceder al autogobierno por la vía del artículo 151. Por sí mismo, ello ya le garantizaba una estructura institucional que simbolizaba los poderes de un Estado: un Parlamento elegido por sufragio universal, un Presidente elegido por la Asamblea y un Tribunal Superior de Justicia. Además, el principio constitucional de autoorganización le permitía crear por ley los órganos de autogobierno que considerase convenientes. Surgió, así el Defensor del Pueblo, el Consejo Consultivo, la Cámara de Cuentas, el Consejo Económico y Social y el Consejo Audiovisual. Los traspasos de materias durante las tres primeras legislaturas llenaron de contenido el Estatuto.

-¿Comparte la idea de que buena parte de esta institucionalidad se ha hecho teniendo como objetivo las metas que iba logrando Cataluña?

-Hasta cierto punto. No cabe duda de que Cataluña, de alguna manera, ha ido marcando el paso en el desarrollo estatutario. Pero nuestra esencia autonómica es bien diferente: la de Cataluña es de carácter etnicista, para reivindicar una lengua, una cultura y unas instituciones de autogobierno históricas; la de Andalucía es una reivindicación democrática, económica y social y constituye una rebelión contra la dependencia, la explotación y el olvido con que el Estado borbónico, el Régimen de la Restauración y el franquismo trataron a Andalucía.

-Cuenta que el Parlamento andaluz de las primeras legislaturas era un Parlamento de oradores que buscaban convencer al contrincante. ¿Cómo definirías al de ahora, donde la espectacularización de la política parece que lo ha copado todo?

-La clase política que se forjó en la Transición tenía más oficio que la que después vino. Ángel López, Antonio Hernández Mancha, Javier Arenas, Fernando Arenas del Buey, Felipe Alcaraz o Luis Uruñuela eran diputados que armaban excelentes discursos, sin necesidad de llevarlos escritos. También eran célebres los debates entre el presidente Rodríguez de la Borbolla y Julio Anguita; en el primer asalto parecía llevar ventaja el cordobés pero en las improvisadas réplicas y dúplicas se imponía la mayor cultura política de Borbolla. Hemos transitado de un Parlamento con fundamento en la oratoria y el poder de convicción, a otro basado en documentos y posiciones donde nadie convence a nadie, porque las decisiones sobre los asuntos están de antemano adoptadas fuera de los muros del Parlamento. Además, en el Parlamento de las primeras legislaturas regía la cortesía parlamentaria y la buena educación. Hoy imperan las malas formas y la radicalización.

-¿Es cierto que tal como cuentas, uno de aquellos primeros alcaldes le dijo a una delegación de filósofos europeos: 'Pero que ha hecho Hegel por Andalucía'?

-El asunto sucedió en el marco de la primera avalancha de militantes en los partidos tras las primeras elecciones de 15 de junio de 1977, y una vez que en 1979 se constituyeron los primeros ayuntamientos y diputaciones democráticos. Los profesores de Filosofía de las Universidades españolas estaban promoviendo un congreso de homenaje a Friedrich Hegel, pensador capital de la modernidad, padre del idealismo y del método dialéctico que inspiró a Carlos Marx, que había fallecido en Berlín en 1831. Dado que el congreso se pretendía realizar en una localidad costera andaluza, una representación de catedráticos de la especialidad solicitó audiencia al presidente de la Diputación de la provincia para pedir una subvención para atender los gastos del congreso. El titular de la Presidencia se encontraba ese día en Madrid y la delegación fue recibida por un diputado provincial, que también era diputado andaluz. Tomó la palabra un atildado catedrático de Metafísica que, tras glosar, pomposamente, la figura del filósofo alemán, solicitó la pertinente subvención y quedó a la espera de la decisión de la autoridad competente. El diputado provincial, repanchingado en uno de esos sillones de los que cuelgan las piernas, con la mano en la mejilla y lleno de maliciosa suspicacia, se dirigió a los profesores presentes en estos términos: '¡Sí, sí…todo eso está muy bien, pero…¿qué ha hecho Hegel por Andalucía?' Sin comentario.

-¿De los tres primeros presidentes, Rafael Escuredo fue el idealista y Manuel Chaves el institucionalizador?

-Rafael Escuredo fue el líder indiscutible del proceso autonómico andaluz y el artífice de la recuperación de la dignidad de un pueblo. Es el padre de la Patria andaluza constitucional como Blas infante lo fue del andalucismo histórico. Borbolla es el arquitecto que diseña la estructura política de Andalucía y generaliza los servicios públicos básicos. Y Chaves es el gestor y el innovador que habla del cambio climático, de las energías alternativas, de la igualdad de género, de la medicina genética y de los nuevos derechos sociales.

-La legislatura de la pinza acabó con unas elecciones que el PP parecía ganar. Se vitoreó en la noche electoral aquello de “le hemos dado la vuelta a las encuestas”. Después Arenas tuvo otra oportunidad en 2012. ¿No cree que un Gobierno del PP aquel año hubiera ahorrado mucho del clima de crispación que vino después? Quiero decir que en términos históricos, quizás hubiera sido mejor para el PSOE.

-La legislatura de la pinza, entre 1994-1996, vino caracterizada por un Gobierno socialista en minoría, maniatado desde el Parlamento por una mayoría hostil, que a su vez era incapaz de ponerse de acuerdo en un candidato y en un programa para investir a un presidente propio o interponer una moción de censura contra Chaves. La operación urdida por PP e IU-CA no salió bien, especialmente para la coalición de izquierdas, que entró en barrena y poco después pasó a la irrelevancia. Javier Arenas aguantó mejor pero el pueblo soberano castigó en las elecciones el desgobierno y el bloqueo del sistema, premiando a Chaves que recobró una mayoría suficiente para pactar con los andalucistas la nueva experiencia del Gobierno de coalición. En cuanto al clima de crispación, vino en buena medida inducido desde Madrid. La última legislatura de Felipe González estuvo salpicada de escándalos y de tensiones y un PP frustrado, que esperaba acceder al Gobierno, le hizo una oposición implacable.

-Desde la aprobación del nuevo Estatuto, no ha habido una profundización de la autonomía, a pesar de que el texto deje muchas vías posibles. De hecho, la Comisión del Estatuto del Parlamento apenas se ha reunido.

-Los techos competenciales básicos están bastante agotados y la creación de una policía autonómica o el gobierno de las instituciones penitenciarias, por poner dos ejemplos, no gozan del suficiente consenso para ser implementadas. En el momento actual no se trata tanto de ensanchar el autogobierno cuanto de gestionar eficientemente las materias asumidas.

-¿Falta iniciativa autonómica en Andalucía?

-La gestión del Estado Autonómico es una tarea compleja, que adquiere mayor dificultad cuando la fuerza política que gobierna Andalucía no coincide con la que gobierna la Nación. El presidente Chaves tuvo desencuentros con los Gobiernos de Aznar, sin ir más lejos en el tema capital de la financiación autonómica, y lo mismo le sucede al presidente Moreno Bonilla con el Gobierno de Pedro Sánchez. La mirada desde el centro y desde la periferia puede ser diferente y ello forma parte de la esencia de un Estado descentralizado. Por ello es necesario acometer la reforma de la Cámara Alta y orientarla hacia un Senado de integración territorial, bajar drásticamente los niveles de crispación y practicar entre los actores políticos mayores dosis de lealtad constitucional.

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