La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Márchense de una vez, naranjitos

Se despide sin contestar preguntas quien dejó tirados a miles y miles de catalanes de buena fe que confiaron en ella Los santos inocentes del 28-M

Arrimadas, ayer en un ascensor del Congreso de los Diputados.

Arrimadas, ayer en un ascensor del Congreso de los Diputados. / M. G. (Madrid)

Inés se fue. Como Laura, la de la canción. Compareció en el Congreso de los Diputados, soltó su discurso de despedida y se marchó sin atender ninguna pregunta. Agotará sus días como componente de la Diputación Permanente y poco más. O quizás nos prepare alguna sorpresa. Venció en unas elecciones autonómicas en Cataluña, no se presentó a la investidura y se piró a Madrid. Eran los años en que los periodistas capitalinos repetían la barrila del sorpasso, como en su día los corresponsales en el Vaticano no dejaban de referir el aggiornamento. La despedida de Inés era previsible. Ciudadanos ha sido un partido de un cuarto de hora. Como el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez. Como la UPyD de Rosa Díez. Algunos hacen cábalas y dicen que Arrimadas estará en la lista de los posibles ministros de un Gobierno de Feijóo. El futuro personal de Inés es lo de menos. Siempre puede acudir a un tertulia nocturna para contar sus anécdotas políticas después de pronunciar muchas veces eso de “dicho lo cual”. El problema, la lección o el motivo de análisis deberían ser los dos grandes hitos que consiguió su partido entre 2017 y 2019. Y con que rapidez lo perdió todo. A la victoria en la siempre compleja y difícil Cataluña hay que añadir los 57 diputados en unas elecciones generales. Todo se fue por el sumidero por una nefasta administración de los éxitos.

Ciudadanos es un cadáver. Podemos agoniza. Y Vox debería tomar nota de cara al futuro próximo. Quizás lo mejor del partido naranja es que, al menos, no ha acabado como la UCD en el célebre congreso de Palma de Mallorca. Siempre mejor un funeral cortito, una declaración como la de la tierna Inés, la que dejó plantada a miles de catalanes que apoyaron como nunca una opción constitucionalista, que aquel dramático final del primer partido que gobernó la España democrática. Aquella espantá de doña Inés y la dimisión de Rivera en una comparecencia con excesivo márquetin narcisista condenaron al partido a una lenta agonía. Todo ha conducido a la lastimosa decisión de no presentar ninguna lista a las próximas elecciones generales con el insólito argumento de confiar en un futuro “rearme orgánico”.

Ciudadanos nació como un partido bisagra y ha sido un fracaso, quiso adelantar al PP y ha acabado gripado en la cuneta, comenzó con un programa ideológico con fuste y tardó muy poco en pegar bandazos. Han sido una panda sumisa a un líder. Un partido sólido es aquel que tiene estructura y capacidad para sobrevivir a los personalismos. Márchense de una vez, naranjitos. No merecieron la confianza de tanta gente de buena fe.

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