Lo que vendrá después

Es de temer que para resolver el problema catalán se hagan concesiones que perjudiquen a Andalucía

En un local de Madrid, en el que se hacían representaciones humorísticas, durante unos días y antes de comenzar el espectáculo, paraban la música de fondo y, en su lugar, se escuchaba una voz radiofónica que decía muy seriamente algo así como: "Señores clientes, les anunciamos que la próxima semana después del lunes, vendrá el martes y, a continuación el miércoles, jueves, viernes, sábado y domingo. Muchas gracias por su atención". La obviedad tenía como objetivo ir preparándonos para ser más sensibles a la diversión cuando aparecieran los actores -entre otros, Javier de Campos y Carmen Maura-.

Pues bien, a la vista de lo que viene pasando y de lo que se está escuchando, quizás deberíamos recordar que tras el 1 de octubre, vendrán el 2, 3, 4 y así sucesivamente, para, similarmente a lo anterior, ir preparándonos pero, esta vez no para que nos predisponga a una mayor diversión sino para que aumentemos el estado de alerta y, en consecuencia, se reaccione adecuadamente. Porque, continuando con las obviedades, el mundo no se parará ese primer día del próximo mes, la fecha elegida para ese referéndum ilegal del Gobierno de Cataluña. Al día siguiente vendrán negociaciones para calmar los ánimos y habrá la pretensión de que hechos como los que se están viviendo no vuelvan a ocurrir. Eso está bien, pero se corren riesgos y no hay que ser ingenuos. Aparte de reconocimientos de singularidades y demás, se pondrán sobre la mesa asuntos económicos, lo que, en principio, no es objetable. Sin embargo, existe el problema de que hay quienes son muy vulnerables a contentar a los díscolos a costa de otros o, dicho más crudamente, perjudicando a terceros. Es de temer que para resolver la coyuntura se tomen medidas y se hagan concesiones que vayan en detrimento de otras comunidades y, con mucha probabilidad, que sean lesivas para Andalucía. Por desgracia, tenemos experiencia al respecto. Es admisible que todos tenemos derecho a plantear reivindicaciones, pero siempre que sean justas y equitativas. No vale cualquier cosa ni procedimiento. Por ello, los políticos andaluces tienen que estar prevenidos y actuar para contrarrestar; por ejemplo, pidiendo una mejor financiación autonómica para Andalucía, y la revisión de algunas cuestiones, como el que si sólo hay que tener en cuenta el lugar donde está radicada una empresa de cara a cuánto aporta cada comunidad a las arcas del Estado. Estamos asistiendo a momentos claves que pueden condicionar negativamente el futuro de nuestra tierra.

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