Una embarcación procedente de la región turca de Esmirna, en la que viajaban entre 200 y 250 personas huyendo de la pobreza, naufragó el pasado domingo tras chocar contra una roca, en una playa de la región italiana de Calabria; tras el accidente la embarcación naufragó. Hasta ahora se han recuperado 63 cadáveres, entre ellos un bebé y varios niños, esparcidos por varios kilómetros de playa, y también se han rescatado más de 50 personas supervivientes; las imágenes son insoportables. Las ONGs que trabajan rescatando gente en el mediterráneo denuncian la pasividad del gobierno italiano al no haber enviado ayuda para rescatar a esa pobre gente. La primera ministra italiana Georgia Meloni, y su ministro de interior, Matteo Piantedosi, culpan sin embargo a las mafias del desastre. Esta ruta migratoria, según el Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones, habría contabilizado ya más de 20.000 muertos en los últimos 9 años.

Hace ya 10 años, en Lampedusa, vivimos un espectáculo parecido. Un pesquero con más de 500 migrantes a bordo se incendió a media milla de la playa y murieron o desaparecieron más de 200 personas. Como vemos, 10 años después las consecuencias de la política de fronteras europea es la misma, la muerte de jóvenes, niños y familias enteras; el naufragio de este domingo nos lo confirma. En 2013 la Unión Europea hablaba de "punto de inflexión", pero fue todo mentira, se le olvidó. Hemos hecho de nuestra región una fortaleza inexpugnable, acudiendo incluso a pagar a regímenes de países con poca legitimidad democrática, como Turquía o Marruecos, para que ejerzan de policía exterior de fronteras: ¡Todo vale para mantenernos a salvo!.

Los 63 ataúdes de Calabria podrían hacernos mirar furiosamente la pasividad criminal del gobierno de Meloni, o incluso a señalar a los "amigos" de otros países que se alinean con su pensamiento excluyente, pero de ese gobierno no podríamos esperar otra cosa. No nos engañemos, no es cosa de fascistas o de ultraderecha, todos los gobiernos que pasan por Europa, sean de izquierdas, de centro o de derechas, mantienen las mismas políticas, ninguno se escapa de hacer que nuestras fronteras sean fosas comunes. Mientras ellos sean los pobres y nosotros los ricos, mientras ejerzamos el poder de los privilegios sin querer cambiar un sistema neoliberal tirano, los ataúdes seguirán presidiendo el lado bueno del mundo, advirtiendo de qué le espera a todo el que se atreva a venir.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios