La otra orilla

Solas y borrachas

La mujer tiene derecho a vivir como le plazca, a pasearse al aire libre de la vida, a respirar el vientecillo de la libertad

No cabe duda de que la mujer, gracias a la lucha del movimiento feminista, ha ido conquistando cotas de igualdad a lo largo de la historia. Gracias a su lucha se han promulgado leyes -igualdad, contra la violencia machista, la ley del sí es sí, recientemente aprobada...- que ahondan en el derecho de la mujer a ser ella misma. Pero, a pesar de estos avances, en nuestra sociedad impera un machismo que sigue maltratando, violando, asesinando a mujeres por el mero hecho de serlo, una sociedad que sigue considerando a la mujer como un objeto del que se puede disponer, una sociedad que considera a la mujer un ser inferior, todavía el hombre cobra más que la mujer por el mismo trabajo.

Y hay políticos y formaciones políticas que siguen hablando de feminazis, de chiringuitos de género y de violencia intrafamiliar para hablar de la violencia machista. Se siguen oyendo discursos que equiparan feminismo y machismo desde la más absoluta ignorancia o , lo que es más grave, desde la mala fe que persigue ridiculizar y someter a la mujer. El feminismo es inclusión, solidaridad, igualdad, cooperación, diálogo; el machismo es exclusión, egoísmo, insolidaridad, violencia, denigración. No son equiparables, no son comparables. Son maneras distintas de construir la sociedad.

Se hace, pues, necesario un cambio de mentalidad, capaz de combatir las declaraciones de políticos/as como Isabel Díaz Ayuso, Santiago Abascal, Rocío Monasterio o la "salobreñísima" Macarena Olona. Hay que decir que la mujer puede volver a casa sola y borracha, acompañada y sobria, cantando, riendo, llorando, saltando o reflexionado y sin miedo; hay que decir que la mujer no es responsable de ser violada, agredida, insultada o golpeada; hay que decir que la mujer puede ser abogada, constructora, enfermera, profesora, camionera, médica, militar, jueza, asistenta, dependienta, ingeniera, carpintera... La mujer puede ser lo que quiera, tiene derecho a vivir empoderada, a decidir con quién se acuesta, a interrumpir su embarazo. La mujer tiene derecho a vivir en pie de igualdad.

Ya está bien de ridiculizar a la mujer, de conversaciones tabernarias -esas que le gustan a la presidenta Ayuso- que se burlan de ella, que hacen chistes sobre ella, que hablan de patas quebradas y demás gilipolleces. La mujer tiene derecho a vivir como le plazca, a pasearse al aire libre de la vida, a respirar el vientecillo de la libertad.

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