Lo habré escrito varias veces a través de los casi veinte años que llevo publicando este Caleidoscopio: la Literatura y especialmente su Historia, se están devaluando en la enseñanza de manera inexorable. Lo leía hace unos días en un periódico nacional y el titular resultaba alarmante: “La historia de la literatura pierde peso” y añadía “Si se lee “La Celestina”, es para hablar sobre el machismo”. Al parecer la nueva ley educacional, no será por leyes, deja en manos de cada centro la lectura obligatoria de las grandes obras de la ESO. Es un riesgo creciente que en el mal uso de la transversalidad cultural y otras invenciones de ciertos artífices de la Educación y la Cultura actuales, están destruyendo sus valores esenciales.

La aplicación de la última Ley, la llamada Ley Celaá – innecesaria y tendenciosa -, en honor de la ministra que la inspiró, aplicada en el último curso, impone el fomento de la lectura de los alumnos sobre textos más próximos a sus intereses, incrementando las lecturas contemporáneas, menoscabando el conocimiento sobre textos clásicos y el estudio de sus épocas correspondientes, lo que debe ser imprescindible en cualquier graduación. Tanto es así que, según muchos docentes, la literatura viene padeciendo recortes comparables a las irreparables pérdidas que han sufrido las Humanidades, incomprensibles víctimas propiciatorias de las últimas leyes educativas y de sus nefastos promotores. Especialmente infame y funesto ha sido el desacertado sistema de impartir la clase de Lengua y Literatura, donde datos, fechas y memoria se reducen, así como los contenidos sintácticos y gramáticos en favor de la comunicación oral y escrita. Trata de potenciarse la experiencia personal del alumno para elaborar su “propia identidad lectora”.

Según esta información y así se constata en la práctica la nueva Ley impone la metodología de los “itinerarios temáticos”, despreciando el enfoque cronológico tradicional, agrupando a autores de diferentes épocas enmarcándolos en temas como el amor, la traición o el poder, abarcándose un temario tan amplio que ni hay tiempo ni profundidad de análisis para tratar obras y autores. Resulta bastante evidente que la historia literaria ha dado paso a la creación de textos y los llamados “itinerarios temáticos”, eludiendo la perspectiva tradicional para conjuntar autores de épocas distintas dentro de grandes temas argumentales.

De una u otra forma desde la poco afortunada Logse (1990), el detrimento paulatino pero inevitable de la enseñanza en España ha sido notable, especialmente en las Humanidades, rebajándose el listón educativo hasta extremos alarmantes y sus consecuencias las comprobamos a diario, cuando en los concursos televisivos, por ejemplo, participantes que se dicen educadores o profesores, fallan preguntas elementales. ¿Es que no se sabe remover los recursos del conocimiento y la lectura para agudizar y estimular el sentido de la crítica en los jóvenes estudiantes?

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