Cuestiones económicas

En la actualidad está claro que una identidad puede ser perfectamente compatible con otras

El surgimiento del Estado liberal dio paso, asimismo, a la aparición de los nacionalismos, si bien hay quienes sitúan sus orígenes en épocas anteriores pero, más bien, habría que hablar entonces, como mucho, de protonacionalismos. Realmente, antes, Europa era propiedad de las dinastías reinantes que hacían su historia, se declaraban la guerra o se disputaban territorios, entre otros pasatiempos. Con respecto a aquellos es preciso tener presente que las orientaciones de su concepción fueron diversas, lo mismo que la concreción de los criterios sobre lo que es una nación. De todas las corrientes, las dos principales procedieron de Francia y de Alemania, con el peso importante de algunos filósofos, como Fichte. De ellas, fructificaron especialmente dos ideas: una, que la pertenencia a una nación venía establecida por un deseo de continuar una vida en común; y, dos, porque era fruto de compartir una naturaleza, historia y otros elementos. Básicamente, a partir de aquí se fueron construyendo las naciones, muchas de las cuales desarrollaron sus Estados haciéndolos cada vez más fuertes y promocionando e imponiendo una identidad nacional, la cual se apoyaba en esos rasgos comunes históricos, culturales y demás para justificar esa supuesta voluntad de vida en común. Hasta hace no mucho, parecía que en estas cuestiones todo estaba claro, pero los tiempos avanzan y se descubren otros escenarios o se plantean nuevas preguntas. Veamos algunas. En la actualidad, a nadie se le escapa que una identidad puede ser compatible con otras -obviamente, no con todas- y que alguien puede sentirse, por ejemplo, onubense, andaluz, español y europeo, en base a esos rasgos comunes. Lo que no es óbice para el reconocimiento de particularidades. Sin embargo, desde hace algunas décadas, en la evolución de algunos nacionalismos se ha observado una deriva que no se sustenta sobre esas características compartidas sino, simple y llanamente, en cuestiones meramente económicas, utilizándose lo demás no como fundamento de sus posicionamientos sino como excusa, para eludir cualquier atisbo de solidaridad y engordar apetencias egoístas. Se ha visto en la Italia del norte y también entre nosotros o ¿es que acaso no van por ahí esos que tanto nos denigran como andaluces, porque dicen que vivimos gracias a ellos, subestiman nuestra cultura y se mofan de nuestras costumbres y modo de hablar? Saben a quienes me refiero y no voy a nombrarlos. Su nacionalismo no es el que defiendo para Andalucía.

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