Sevilla

La asignatura pendiente del paisaje urbano

  • En el año 2010 se redactó un documento con las recomendaciones para reordenar el mobiliario urbano, aunque no llegó a aplicarse Son muchas las zonas del centro que presentan numerosas deficiencias

El paisaje urbano es "un valor ambiental, jurídicamente protegible, constituido por un conjunto de elementos naturales o culturales, públicos o privados, temporales o permanentes, de carácter sensorial y configuradores de una determinada imagen de ciudad". Así se definía en el documento Directrices del paisaje urbano del municipio de Sevilla que presentó el Ayuntamiento en junio de 2010. Aquel documento, que venía a sentar las bases de cómo había que construir la ciudad y los elementos que la forman, quedó en papel mojado. En los últimos años ha existido un debate sobre los elementos que conformaban la famosa Piel Sensible, en el entorno del Salvador y la Alfalfa. Próximamente se va a cambiar todo el mobiliario de esta zona, como aseguró el alcalde, Juan Ignacio Zoido, durante la campaña electoral. Pero en Sevilla hay mucho más que hacer. En sus calles se amontona el mobiliario de manera desordenada, en un mismo espacio se pueden encontrar distintos tipos de farolas, papeleras, marmolillos y carteles, por no hablar de la colocación de los contenedores y paradas de Sevici. El paisaje urbano es una de las asignaturas pendientes de la ciudad.

"Esto es un problema que afecta a toda la ciudad. Unas normativas se cruzan con otras sin que nadie ponga orden. Por ejemplo, en el casco antiguo está prohibido poner elementos de acero inoxidable, pero el Ayuntamiento puso bolardos, farolas y bancos de este material en la Piel Sensible. No puede ser que luego vaya un particular con un proyecto y le digan que no. El concepto de paisaje conlleva necesariamente una coordinación, una oficina que se encargue de estas cosas. Se presume mucho de ser patrimonio de la humanidad y luego tenemos los cables de telefonía trenzados por las fachadas de las casas", asegura el arquitecto Juan Ruesga, encargado de redactar el documento.

El objetivo final del proyecto no era otro que la homogeneización de los elementos estéticos de la ciudad y garantizar que todas las intervenciones urbanísticas se hagan con mayor atención a todos y cada uno de los detalles que componen el paisaje urbano del casco antiguo.

Un paseo por el centro de la ciudad deja patente el descontrol que hay no sólo con el mobiliario urbano, también con las fachadas de los edificios o lo propios pavimentos. En la calle Entrecárceles, por ejemplo, el busto de Cervantes se encuentra escoltado por un buzón verde de correos y uno por el que se depositan los residuos urbanos. A pocos metros hay otro contenedor de basura, una cabina telefónica y varias señales de tráfico. "Se escandalizan por poner una parada de Sevici en la Plaza del Triunfo, pero sí se puede poner delante de los lienzos de muralla árabe de la Ronda. ¿Acaso no es más noble la muralla? Y en la Plaza del Triunfo tenemos unos focos halógenos sobre unos palos pintados de gris para iluminar el Archivo de Indias".

El centro está repleto de lugares en los que el paisaje urbano necesita de una simplificación y una homogeneización. Ocurre por ejemplo en la confluencia de las calles Reyes Católicos y San Pablo. Hay varios tipos de farolas (fernandinas y de báculo), rótulos, semáforos, paneles informativos y marquesinas de todos los colores, vallas, contenedores de diversa tipología, quioscos, terrazas de veladores, cabinas telefónicas, una estación de Sevici... "No sé si es feo, pero hay diez niños pequeños hablando a la vez", apunta Ruesga. El arquitecto señala que hay una declaración, La Carta de Salamanca, redactada en 1999, en la que una serie de asociaciones y plataformas medioambientales se reunieron para ver cómo las ciudades patrimonio de la humanidad se podían hacer más sostenibles. La idea es que fueran ejemplo.

Lo principal para evitar esto es aplicar las ordenanzas y normas vigentes de manera coordinada. El documento ponía un especial énfasis en diversos elementos. Para las fachadas pedía que se recuperaran los detalles arquitectónicos, el color y los revestimientos, integrando los bajos comerciales. Los pavimentos de las calles deberían elegirse en función de las características y el uso de las vías (para tráfico rodado, peatonal o coexistencia). En cualquier caso el material recomendado era el tradicional de granito.

Respecto a las infraestructuras, lo primero sería unificar los registros. Para el alumbrado de calles con tráfico y de coexistencia debería ser sobre farolas de fuste o mural, pero siempre de materiales tradicionales como fundición. En las calles peatonales sería de colocación mural y también de fundición. Para las papeleras se proponen dos modelos: uno mural y otro sobre suelo, preferentemente de fundición. Los quioscos tendrían que homogeneizarse con el resto del mobiliario y se deben localizar exclusivamente en plazas, cuidando que no impidan la visión de edificios y viviendas. El modelo de banco también habría que unificarlo en materiales tradicionales, como hierro y fundición. Los aparcamientos de bicicletas deberán situarse en zonas amplias y su diseño será único.

Las recomendaciones también abarcaban al mobiliario urbano privado, como puestos de golosinas. Su diseño, materiales y colorido deben ser homogéneos con los públicos. No podrán estar dotados de iluminación fluorescente. Nunca se han de instalar en las zonas de influencia de los Bienes de Interés Cultural. Para el mobiliario urbano de carácter temporal, como la feria del libro, también deberán adaptarse estas recomendaciones y en ningún caso su colocación dañará el pavimento donde se ubique.

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