Tribuna

Antonio ponce fernández

Presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Huelva

Salir de las trincheras

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Salir de las trincheras

Hacía repaso en estos días, por circunstancias que no vienen al caso, de acontecimientos de carácter económico que habían tenido a Huelva como protagonista y llegaba a la penosa conclusión de que somos, sin ningún género de dudas, la provincia que menos inversiones había recibido en las últimas décadas. Pero no es una apreciación mía, que lo es y no me resisto a ponerla de manifiesto, sino que las hemerotecas están ahí para quienes quieran comprobarlo y emitir su juicio de valor correspondiente que, desgraciadamente, va a venir a coincidir con el mío, si es que son ecuánimes en sus valoraciones.

Si la balanza se inclina levemente de nuestra parte ha sido, afortunadamente, por el efecto que el sector industrial con sus cuantiosas inversiones ha supuesto en la economía provincial. Porque a pesar de que el viento no ha ido nunca a favor de las empresas que configuran el panorama químico o energético, aquéllas no han cejado en su empeño de invertir por muchos obstáculos que hayan encontrado a su paso, a excepción de algunos inversores que decidieron ante la incertidumbre, que siempre encontraron en estas tierras, emigrar a otros destinos industriales donde fueron acogidos con los brazos abiertos.

No ha faltado, sin embargo contradictoriamente, voluntad en Huelva por sellar alianzas, pactos, foros o mesas en pro de la industria por parte de quienes hemos tenido en nuestras manos responsabilidades con el futuro socioeconómico de este territorio. Una y otra vez hemos querido ponernos de acuerdo por conseguir que Huelva sea un lugar atractivo al inversor, pero una y otra vez no hemos sido capaces de conseguir el efecto llamada que necesitaba la buena intención que nos movía a todos. Quizás también porque en cada una de esas puestas en escena, en la fotografía se ha echado en falta alguna institución, partido político o Administración que cerrara el círculo para hacer viable ese sueño que todos perseguimos: la Industrialización.

Sí, Industrialización con mayúscula, porque mayúsculo es el problema que se nos viene encima si seguimos obviando la repercusión que la industria medioambientalmente sostenible tiene sobre nuestros indicadores económicos, como parece ocurrir entre quienes irresponsablemente se oponen de manera frontal a ese tipo de desarrollo, sin ofrecer otra alternativa viable con la que generar actividad empresarial. Este tipo de posicionamiento ha hecho saltar siempre por los aires cualquier iniciativa que haya tenido al sector industrial como referente, dando al traste con el interés de la mayoría.

Volviendo a las hemerotecas, este mismo periódico recogía un titular estremecedor el pasado fin de semana refiriéndose a la capital onubense: Huelva es la "décima ciudad de España más empobrecida", según un estudio del INE realizado en base a la renta disponible anual neta del 2014 y el número de hogares con renta. En ese mismo ranking ocupamos el puesto 15 de las 126 ciudades estudiadas con las tasas más altas de paro. A nadie debe extrañar que estemos en el "furgón de cola", porque nuestro declive comenzó en el mismo instante en que la crisis golpeó de lleno al sector naval e industrial que entre ambos aportaban la nada desdeñable cantidad de más de 5.000 empleos, entre empleos directos e indirectos, que no han podido restituirse nunca y que por el camino que vamos habrán de pasar unas cuantas de generaciones para verlo. Sustituir el crecimiento industrial en base a los sectores del turismo y la agricultura no permite alcanzar tampoco los niveles de renta que el primero nos tiene acostumbrados.

Si ante esta evidencia hay quien todavía pone en tela de juicio las bondades de la industrialización, la que está liderando la economía de los principales países europeos, cabe pensar que es más demagogia que cordura lo que impera en la mentalidad de quienes cómodamente asentados en sus poltronas sólo se dedican a limitar y no a proponer.

El empleo sólo se resuelve generando PIB, y el PIB lo generan las empresas. Y, en estos tiempos, en los que aún padecemos los coletazos de una voraz crisis, sin la presencia de un tejido productivo industrial sólido y estable es imposible pensar en la recuperación económica de nuestra provincia. Lo contrario son espejismos que nos llevan a definir un idílico lugar donde es posible vivir, eso sí, sin el bienestar que conlleva la riqueza y el empleo.

Menospreciar las posibilidades que brinda Huelva a la inversión industrial es, a todas luces, una irresponsabilidad de las que todos seremos cómplices si así lo permitimos. Una industria que tiene el mejor aliado posible: contar con uno de los puertos de referencia del Sur-Atlántico europeo, especializado en el tráfico de graneles líquidos y sólidos, con una línea regular de contenedores hacia el norte de Europa, con 1.700 hectáreas de extensión, 8,5 kilómetros de muelle y 750 metros de atraque. ¿Alguien da más?

Invito, pues, a quienes con sus posturas intransigentes están imposibilitando el desarrollo industrial a que salgan de sus trincheras porque Huelva los espera y necesita sin mayor dilación.

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