La foto la firma Dani Duch. Flamante, el Gabinete Sánchez se dispone a salir por la puerta principal de la Moncloa. Diríase por lo gestual en la instantánea que están encantados de salir juntos a pisar unos metros de magnífica alfombra roja, como una pandilla de peregrinos de mediana edad que sale del albergue en su primera etapa hacia Santiago, aún ilusionados, pletóricos de fuerza, sin ampollas ni malos rollos entre ellos a cuenta de los dineros y su uso. En el centro, se alza el presidente, “con el tumbao que tienen los guapos al caminar”, como dice la canción Pedro Navaja.

Nunca fue caballero de vicepresidentas tan bien flanqueado: a su derecha, sin caber en sí de gozo, la competente y competitiva ministra saliente de Economía y ya presidenta del Banco Europeo de Inversiones: “Tanta paz dejas, Nadia, como gloria lleves” (“¡No lo sabes tú bien, presi, y ambas cosas!”). A la izquierda del padre, en su habitual chic, Yolanda Díaz, con aire de “porque yo lo valgo”: ¿cabría discutir tal extremo?, la aritmética democrática impera. El trío ariete está traspasando el dintel del gran protocolo nacional, camino de la escalinata de las fotos de familia. Medida su posición, en segunda línea van las otras dos vicepresidentas, ambas sanguíneas y aguerridas: Teresa Ribera, tercera vice del cuarteto de pleno cromosoma XX, que observa a su jefe con un arrobo casi adolescente, y la andaluza Montero, maqueada como la lideresa de Sumar. Él pareciera caminar con un aire entre Cary Grant y el Pijoaparte de Marsé. De la corte en formación que les sigue, sólo en apariencia distendida e informal, el que más se distingue es el ministro Montesquieu, Bolaños. Un fotón.

Sánchez se sale, ¿hasta dónde llegará? Mencionemos sus grandes actos (y riesgos). Pactar con la quinta fuerza de una región para apuntalar con sus pocos escaños un proyecto de Gobierno. Admitir la bazofia argumental de que en España se ha practicado el lawfare contra Cataluña (la parte golpista de Cataluña, de la que la minoría también perdedora, Junts, es protagonista por chamba). Renombrar a Tezanos, con carné del PSOE, demiurgo del CIS, a pesar de que siendo este el barómetro que más gasta y que menos acierta. Decir lo contrario. Nombrar a un periodista afecto y subordinado máximo jefe de la agencia de noticias EFE. Acceder a negociar en un lavadero de dinero y, a la misma vez, un país “neutral”, “la paz” en España, como si se tratara de Palestina/Israel o Rusia/Ucrania. Dándole así al prófugo marchamo de estadista y jefe de Estado. Muchos bombazos... de relojería.