Cambio de sentido

El chino del Facebook

El 'Big Data' nos vigila y conoce cada vez más y mejor nuestras motivaciones inconscientes

De pequeña pensaba que dentro del televisor vivía gente en miniatura: presentadoras de un palmo, bailarines diminutos, hombrecillos del tiempo, muñequitos. Ahora tampoco puedo evitar imaginarme que detrás de mis pantallas hay un tiíllo listísimo que me mira y toma apuntes. Yo le llamo -con la venia, y por no llamarlo Big Brother- "el chino del Facebook". Porque para mí que es mandarín, del mismo Pekín, pues ha de ser afanada y meticulosa labor de chinos eso de estar al tanto de lo que cada cual busca, ve, sube o le gusta en internet. Lo ubico en Facebook porque es donde más noto su mano pero, ya saben: "El big data te vigila" en todos lados.

El chino del Facebook sabe que necesito un bolso, que estoy en Ávila, que me engorilo con Narcos, que me trenzo el pelo, que es tiempo de membrillos. Cómo es… Antes de que se me antoje algo, me lo ha puesto por delante. ¡Si hasta sabe antes que yo si me gusta o no un muchacho! "Personas que quizá conozcas", sale en pantalla y, a continuación, la foto del carilucio de la otra noche. La verdad, ya no sé si presiente o provoca mis gustos. Tampoco sé por qué se empeña en que vuelva a Roma. ¡Y cómo sabe, el muy maldito, hacerme daño! "Carmen, tú nos importas -me dice-. Pensamos que te gustaría mirar este recuerdo de hace un año". Y me planta una foto mía y de mi ex comiéndonos a medias un cornetto. Qué malaje. "Este sitio utiliza cookies" casi significa "déjame entrar en tu psique". Más que a lo racional y razonable, el big data se acerca cada vez más al inconsciente personal y colectivo. Quizá dentro de poco sea capaz de predecir lo que vamos a soñar. Black Mirror ya puede marcarse un capítulo con el chinito del Facebook, a quien mando un saludo, que me estará leyendo.

Leo en El País Retina las bondades del big data y sus modelos predictivos. Dicen que hasta puede salvar vidas, por no sé qué de los hashtag y de la aplicación de técnicas de deep learning (aprendizaje profundo) a los datos. Ello no convalida mis reticencias. No sé cuándo comenzamos a consentir tan mansos que políticos en campaña, empresas o garantes de la seguridad y la defensa manejen datos tantos y tan hondos sobre nuestro estilo de vida, intereses y actividades para sacar provecho de ello. A este respecto, con ánimo más apocalíptico que integrado, admiro a la exilada cibernética de mi abuela. A ver quién es el lumbreras de la minería de datos que acierta a saber lo que ella piensa para sí cuando sonríe. ¡Cogedla ahí!

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