Mal tiene que andar el PSOE para sacar sus momias a pasear en el intento de arropar a Susana Díaz. En primero de primaria se estudia que en entornos en los que el valor diferencial es la proyección a futuro, aliarse con el pasado es sinónimo de seguro fracaso.

No sé si la política obedece a este patrón, lo que está claro es que este PSOE ya no podrá enarbolar la bandera del cambio, porque si el cambio son estos faraones vivientes momificados, pinta chungo.

Descartando que esto vaya de cambio, quizá de lo que va es de mantener los suculentos sueldos y los puestos de trabajo de quienes su peloteo para mantenerse en el pesebre, es directamente proporcional a la mediocridad de su currículum profesional.

A mí me da que este partido es una cueva de Alí Baba, en el que vistos los tirones de pelo y barriobajero verbo del pasado octubre, en aquel fin de semana de cuchillos largos, lo que aquí se dirime con la presentación del ratón chiquitín, es la lucha encarnizada por el metro cuadrado de privilegio, amenazado por las huestes pedristas.

En aquella vergüenza de Ferraz los amenazados y excluidos dividieron al partido en dos, para esperar la ocasión de reclamar a los primos de Zumosol la defensa de sus sueldos a través de Susana Díaz y el poderoso aparato andaluz.

Si Rajoy no está ni para saber estar cuando nos desprestigia por esos mundos de Dios, lo de Susana Díaz no le va a la zaga. Este ratón no da ni para pasar un proceso de selección para una posición de escasa responsabilidad.

El problema de los partidos políticos que padecemos, sin excepción, es que se les nota demasiado en lo que se han convertido y exhiben sin pudor la mediocridad que suele ser habitual compañera de la mala leche.

Que Dios nos coja confesados y el Señor en el seno de su santísima iglesia; se lo digo yo, que sólo las piso para cumplir.

Si esto será una secta, que tienen al bueno y ya se encargan los seguratas de la puerta del pesebre de que no tenga ninguna posibilidad.

Se llama Javier Fernández. Lo malo para el país y excelente para esta pléyade de impresentables es que no quiere, porque sabe que aunque quisiera no le dejarían; de todas formas, poco podría hacer. Esto ya está demasiado estropeado.

Los políticos hace tiempo que traspasaron las líneas rojas. Lo peor es que los menos dotados han llegado a un punto en el que tienen tan bajo nivel, que son inconscientes de su propia imagen. El resultado es que resultan patéticos hasta para las inteligencias más limitadas.

Si no fuera porque manejan dinero público y hacen leyes, podríamos tomarlos a broma.

Susana Díaz es una broma en sí misma.

For president... pero una broma.

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