Modérese, hombre

Las bellas almas andan muy preocupadas, así que nos están recomendando moderación, mucha, siempre moderación

Las almas bellas están muy preocupadas porque no hay moderación en este país y de pronto el odio se ha apoderado de las calles. Acabáramos. Pobres almas bellas, llevan tanto tiempo dormitando en los mundos de Yuppy y de la Pachamama que no se habían dado cuenta de que el odio llevaba incubándose mucho tiempo entre nosotros, sobre todo desde aquella época tan hermosa de los escraches y de las convocatorias de “Rodea el Congreso” y de las alarmas antifascistas que recorrían las calles. Pero ahora, claro, las tornas han cambiado y las bellas almas andan muy preocupadas, así que nos están recomendando moderación, mucha moderación, siempre moderación.

Pues ya saben, amigos, a moderarse. Hay que comportarse como un estoico de la época de Nerón y abrirse las venas en el baño para no dar la tabarra mientras el gran caudillo toca la lira y nombra a cuatro vicepresidentas, a 22 ministros y a 1.062 asesores, después de haberse comprometido a pagar la deuda catalana y la vasca y lo que haga falta. Alegría, hermanos, y que no falte de . La Seguridad Social está a punto de quebrar, si no ha quebrado ya, y España debe 1.568.743 millones de euros (prácticamente el 100% del PIB), pero no hay que preocuparse porque aquí tenemos dinero para asar una vaca, como decía aquel filósofo de la UGT. Así que moderación, amigos, moderación.

Y si se sienten estafados o indignados, hagan la postura del loto y repitan 2023 veces Om, om, om. Cualquier cosa antes que dejarse arrastrar por los arrebatos. Y si un Mike Tyson cualquiera les arranca una oreja de un mordisco (sobre todo de un mordisco fiscal: no olviden que vamos a tener que pagar los 15.000 euros de deuda catalana), no caigan en la vulgaridad de quejarse, que eso es muy bajuno. Hagan un esfuerzo de contención y modérense. Y si vamos a tener que pagar más y más impuestos para mantener un gobierno elefantiásico (me refiero al tamaño, cuidado, no pretendo acusar a nadie de ser un proboscídeo), hay que moderarse, moderarse y moderarse aún más. Así que métanse en el baño –a pesar de la sequía–, lean a Séneca, pongan música de Chopin y dialoguen con Alexa o con Siri, y ya verán lo bien que les sienta. Si temen por la seguridad jurídica, moderación. Si temen por la democracia española, moderación. Si temen por sus maltrechos ahorros –o las telarañas que tengan en el banco–, moderación.

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