Huelva

Preocupación en las playas del litoral oriental por la mancha de petróleo

  • El sector de la hostelería reclama a la Administración que actúe con rapidez para evitar nuevos daños económicos · Las playas amanecieron ayer limpias y sin restos de chapapote

El sector de la hostelería de la Costa oriental de Huelva expresó ayer su intranquilidad por el derrame accidental de crudo producido durante la descarga de un petrolero en la monoboya de la refinería de La Rábida Cepsa. Preocupación y temor por las consecuencias del vertido en plena época estival, que se fueron diluyendo conforme avanzó el día y los restos del crudo no aparecieron. Ninguna playa de Mazagón y Matalascañas registró contaminación alguna a pesar de la alarma que se produjo en los primeros instantes del accidente.

Mazagón amaneció limpia como cualquier otra jornada propia de esta temporada. Desde por la mañana los veraneantes se dirigieron a la playa, algunos de ellos ajenos a cuanto había sucedido el día anterior, y otros a sabiendas de lo ocurrido pero con el convencimiento de que se había recuperado la normalidad.

La tranquilidad fue la nota predominante. Buena parte de los bañistas más madrugadores recibían la noticia del vertido cuando se dirigían a la playa. Por contra, otra parte de ellos tuvo constancia del accidente la misma tarde del jueves cuando se encontraban en la zona de baño y detectaron la presencia de efectivos de Salvamento Marítimo, la Marina Mercante, un helicóptero Helimer sobrevolando la zona, un avión Sasemar 101, la lancha Salvamar Alborán y un remolcador de lucha contra la contaminación.

El movimiento provocó intranquilidad entre los turistas, según declararon a este diario pero poco a poco volvió la calma tras conocerse que el derrame estaba controlado aunque se desplazaba desde el espigón Juan Carlos I de la capital hacia Mazagón y Matalascañas mar adentro. Los veraneantes más preocupado optaron, cuando regresaron a sus casas, por consultar los medios de comunicación e internet para tener más detalles del accidente y los pormenores del alcance. Ayer comprobaron que el vertido no había dejado secuelas en la playa y decidieron darse un nuevo chapuzón, después de haber seguido el día anterior todo el proceso con mucha atención.

Mientras tanto, equipos de Salvamento Marítimo y retenes de lucha contra la contaminación estaban preparado para intervenir en caso de que el crudo se aproximara al litoral del Mazagón, al tiempo que agentes de Medio Ambiente oteaban el horizonte para detener cualquier resto de petróleo. A media mañana poca o escasa información tenían estos equipos sobre la evolución de la mancha pero se mantenían tranquilos. "Si no tenemos noticias ni nos llaman para intervenir es que todo está controlado", indicó uno de los miembros de los retenes.

Los propietarios de los chiringuitos y restaurantes de la playa apenas si mostraron inquietud por los acontecimientos, aunque reconocía que de haber llegado el crudo a la zona de baño hubiera supuestos un duro golpe para el turismo, más en los tiempos de crisis que corren.

Otro retén estaba preparado para intervenir si necesario en la playa del Parador que registró la afluencia de público habitual y donde poco bañistas sabían que se había producido un derrame de fuel. Tan sólo una mujer se lamentaba con un "no ganamos para sustos, nos quieren matar poco a poco".

Matalascañas era la otra localidad Costa oriental amenazada por la llegada del vertido ante los posibles cambios de vientos y de mareas. Tampoco recibió ayer contenido contaminante alguno, mientras la zona de baño registraba el lleno propio de estas fechas veraniegas. Aquí también pocas personas había oído hablar del derrame, porque "cuando estamos de vacaciones ni leemos los periódicos y escasamente vemos la tele", señaló un veraneante a pie playa.

Por un momento, un helicóptero sobrevoló la zona hasta donde se había desplazado supuestamente la macha de crudo. A lo lejos, en el horizonte sí podía divisar un barco que realizaba labores de limpieza. La embarcación se encontraba a varias millas de la costa y apenas podía verse por lo que su presencia no preocupaba a los turistas.

El gremio hostelero de Matalascañas tampoco notó una disminución en las ventas con motivo de la alarma que pudo crear el derrame del combustible y la tónica de ayer fue la habitual. Restauradores y dueños de chiringuitos y otros establecimientos playeros expresaron una vez más su preocupación por la crisis económica y restaron importancia al incidente. Eso sí, a fin de evitar males mayores reclamaron a la Administración una rápida intervención en caso necesario para minimizar los daños posibles.

Al tiempo que realizaban estas declaraciones, la marea había comenzado a subir en la playa almonteña y no había aparecido ninguna galleta de chapapote. Algunos hosteleros cruzaban los dedos y otros tocaban madera para que el crudo no tocara la costa y todo siguiera igual.

Un avión de Salvamento Marítimo divisó el jueves dos manchas diferenciadas a raíz del vertido accidental de petróleo. Una de ellas, con forma alargada, sobrepasó el Espigón Juan Carlos I de la capital.

Esta mancha se dirigió hacia el Este y se dispersó en una extensión de unas 4,5 millas de longitud por 50 metros de anchura. La otra es una mancha circular, de 0,7 millas, localizada a unas 1,5 millas de tierra al Este de la primera, compuesta también por varios regueros de densidad moderada.

Para hacer frente a ellas, se desplegaron dos dispositivos especiales: uno para actuar en el mar y otro para trabajar en la costa. Por el momento, al parecer los resultados han sido positivos pero los más viejos del lugar aseguran que el mar lo devuelve todo.

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