Más de medio millar de personas visita diariamente la Alcazaba de Almería, el principal monumento de la provincia que en estas vacaciones de Semana Santa ha ofrecido una imagen bien distinta, objeto, la de ese vertedero incontrolado, de miles de disputas políticas durante décadas, esfumadas ahora en un remanso de paz: el que ofrece los jardines de La Hoya, un enclave singular que la ciudad ha recuperado con una actuación paisajista, ganadora de premios, que desvela el rico pasado de la ciudad, aún por descubrir por muchos almerienses.

La Hoya es la llanura que se extiende entre la Alcazaba y el Cerro de San Cristóbal, teniendo como telón de fondo las murallas del conjunto monumental. Aquí se asentaba el barrio medieval y, posteriormente, se transformó en una zona agrícola de cortijos para luego convertirse en el mal afamado barrio de Las Perchas, que haría a la sociedad almeriense apartar esta llanura de sus espacios transitables. Luego, llegaron las basuras y la invasión de coches que tan ajada imagen se podía contemplar desde la Alcazaba. Tan evidente era la necesidad de intervención como los años que han tenido que pasar hasta que el pasado mes de noviembre abriera sus puertas los bautizados ‘Jardines Mediterráneos de La Hoya’.

Tras perder la capital almeriense a finales de la década de los 90 una cuantiosa subvención de a UE para hacer una parque botánico y arqueológico en este enclave –porque la totalidad del suelo no era propiedad del Ayuntamiento–, en 2009 era convocado un concurso de ideas con la pretensión principal de que los almerienses se reapropien de estos 42.600 metros cuadrados de espacios libres para su disfrute y darle a la Alcazaba su merecido jardín externo al recinto.

Formas orgánicas circulares y ovaidales abren los caminos peatonales.

La propuesta del estudio de arquitectura Kauh, ganador del concurso internacional, tuvo que aguardar otros tantos años hasta que fue desempolvada en 2021, comenzando el Ayuntamiento a hacer realidad este proyecto basado en la restauración del paisaje y su regeneración medioambiental, mediante una intervención que permitiese entender y revelar su historia, mínimamente invasiva y respetuosa con el subsuelo de restos arqueológicos y con el entorno patrimonial que abraza a La Hoya.

De hecho, los arquitectos Juan Antonio Sánchez y Vicent Morales desmenuzaban en la presentación el legado con el que se encontraron hasta el punto de afirmar que “el proyecto como tal ya estaba ahí”, lo tenían ya, con elementos relacionados con la actividad agrícola pasada a recobrar, idea motora para el diseño de este parque blando que habla de la cultura del agua en Almería.

De forma artesanal, como se hacía en antaño, se han recuperado el sistema de riego reconstruido de albercas y paratas, situados en zonas estratégicas al objeto de que las plantaciones no entrañen impacto visual sobre el patrimonio.

La distribución de la vegetación, con más 21.000 unidades de herbáceas, arbustos y árboles, de más de un centenar de especies diferentes, ha creado parterres con formas orgánicas circulares-ovoidales que, a su vez generan una red de caminos que permiten transitar en todas las direcciones y disfrutar de múltiples paseos entre moreras, árboles del amor, higueras, granados, almendros, azofaifos, membrillos o esa colección de cítricos naranjo dulce, naranjo amargo, limón, mandarino, pomelo y lima, además, de acebuches y algarrobos, entre otros, que aportarán una nueva estampa a este jardín para cada estación.

Aún le falta conseguir difuminar esa separación imaginaria con el resto de la ciudad, una meta a lograr de forma progresiva y para ello estos jardines cuentan con una plazoleta central en la que celebrar actividades culturales como conciertos que inviten a la ciudadanía a volver a hacer suya La Hoya.

Trabajos en el Cerro de San Cristóbal.