La situación protagonizada el pasado miércoles en el Pleno del Ayuntamiento de Huelva por Ciudadanos debe llamar a la reflexión a sus responsables y a los integrantes del grupo municipal. El debate de una moción para ceder un suelo a una guardería sirvió para poner de manifiesto lo que desde hace meses era vox populi en la ciudad: el enconado enfrentamiento entre los tres miembros del grupo municipal. Más allá de eso, el espectáculo vivido en el salón de plenos resalta la absoluta falta de control y dirección que la formación naranja tiene en la capital. Al margen de la ausencia de Enrique Figueroa de la sala por sus incompatibilidades personales, la actitud del presidente del grupo, Ruperto Gallardo, y de la edil María Martín exige cierta introspección. Como hemos dicho, desde que Gallardo y Figueroa maniobraran para descabalgar a Martín de la portavocía del grupo municipal la situación interna de la tercera fuerza política del Consistorio supera los límites de tensión aceptables. Sin embargo, la decisión de Martín de romper la disciplina de voto aprobada por sus compañeros y la de estos de obviar la recomendación del partido desde Sevilla de abstenerse en este asunto hace ver a las claras una imposible convivencia entre los tres ediles. Para sorpresa de todos, el partido reaccionó ayer desde Madrid, por boca del número tres Fran Hervías, señalando que lo que ocurre en Huelva es solo un problema personal que no afecta a la imagen de Ciudadanos, mientras que desde la dirección regional y provincial se optaba por un silencio incomprensible tras el escándalo vivido. Una formación que se declara renovadora de la vida política no puede reducir a peleas personales la imagen dada por sus ediles, pues estos representan el parecer de casi 6.000 onubenses que los votaron para que lucharan por conseguir una ciudad mejor, no para pelearse entre ellos. Quien así actúa muestra un alto grado de irresponsabilidad y, sobre todo, una considerable falta de respeto para con sus electores. Por su parte, los tres ediles onubenses bien harían en dejar de lado sus enfrentamientos, filias y fobias y mejor deberían ponerse a trabajar por impulsar las numerosas mejoras que la ciudad tiene ante sí. No hemos de olvidar que la crisis de Ciudadanos no solo supone zarandear a una formación política, sino que asoma al Ayuntamiento a una situación de inestabilidad toda vez que la formación naranja ha sido hasta ahora el principal apoyo del PSOE para gobernar la ciudad. Urge que alguien en el partido de Albert Rivera ponga orden en Huelva. Por el bien de sus intereses y, sobre todo, por el de todos aquellos que depositaron su confianza en una formación que el miércoles dio un espectáculo bochornoso.

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