arias breves

Rafael Ordóñez

Todos responsables

No estamos aún con las sirenas encendidas ni lanzando angustiosos SOS por la radio del barco y las aguas cubriendo más de la mitad de la nave. Pero no es menos cierto que estamos en la media hora anterior. Cuando una sociedad coge la deriva, abandona sus raíces, su modo de ser y estar en la vida -o lo que es lo mismo, sus valores- la debacle es la consecuencia más inmediata y previsible. En estos momentos, en nuestra pobre patria infeliz, apenas queda una institución, una columna, de sus cimientos que no ande tocada del ala. La más alta magistratura del Estado continúa con su annus horriblis sin que parezca que haya tocado fondo. El Tribunal Constitucional navega sin rumbo entre el más pavoroso descrédito de los ciudadanos; si lo cerraran eso que ganaríamos. El Tribunal Supremo, con un presidente con una querella por presunta malversación de fondos públicos de no te menees. El gobernador del Banco de España, con una sospecha de gravísima negligencia en sus funciones, que ha llevado al Gobierno a nacionalizar la cuarta entidad financiera de la nación. Las ruinosas autonomías, eso, arruinadas. Pura y literalmente arruinadas mientras siguen gastando lo que no tienen como acaba de hacer el gobiernito de las provincias catalanas regando quince millones de pelas en un festival de sardanas.

La Justicia en general sigue liderando el escalafón del peor servicio público habido y por haber en la opinión de los ciudadanos españoles. Mejor no pisar un juzgado porque puedes terminar quién sabe cómo; aunque lleves a cuestas un millón de razones en tu mochila. Esta sociedad nuestra se tragó el engrudo del 11-M sin rechistar. Es como el que se traga un airbús entero y no tose. De ahí vienen muchos barros. La Sanidad en una situación de embrollo tal que se resume en una palabra: se acabó lo que se daba, se terminó el gratis total porque sencillamente no hay dinero para mantener lo hasta ahora artificialmente mantenido. Las familias hispanas han saltado por los aires. Los matrimonios nuevos apenas duran cuatro años en el 50% de los casos. Los hijos, ni te digo; según el sexo y los estudios que tengan pueden alcanzar en algunas zonas de Andalucía el 70% de paro. Lo dejo. Hay más, pero será para otro artículo. El resultado es que la nación se ha corrompido, se ha agusanado y todos hemos mirado mientras a otro lado. Porque estábamos ganando mucho dinero y ante eso ni verdad, ni justicia, ni hijos, ni hijas, ni el sursum corda. Todo valía. "Cuando mi bienestar personal, mi integridad son más importantes que la verdad y la justicia, entonces prevalece el dominio del más fuerte; entonces reina la violencia y la mentira." No anda el autor de estas palabras, Benedicto XVI, muy descaminado que se diga.

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