en lo escondido

Elena Sanz

A recaudar por cualquier cosa

Hace algún tiempo conocí al novio, hoy esposo, de una amiga. Era un muchacho simpático y a todos nos cautivó; sin embargo, a lo largo de nuestra conversación, con cervezas incluidas, le preguntamos su oficio. Él nos explicó que era un asesor bancario, que se dedicaba a buscar la forma de que los bancos ganaran más dinero. El cambio de actitud fue general, a mi casi se me cortó la cerveza en la barriga. Y él con tristeza nos confesó que todo el mundo lo miraba con odio en cuanto explicaba el objetivo de su desarrollo profesional.

Con esta anécdota quiero destacar que es un hecho generalizado que todo, pero todo el mundo, detesta esa forma sibilina y torticera de los bancos para cobrarse una parte de nuestros ahorros. No lo hacen a lo grande, porque todos recogeríamos nuestros dineros y huiríamos con el fruto de nuestro trabajo. Porque, como nos explicaba sabiamente este conocido, el truco está en los detalles. Por eso los bancos nos cobran por realizar más de un número de operaciones, por sacar dinero de otras entidades, por cobrarse los recibos, por enviarte una carta notificándote tus movimientos, y eso que el coste de sus cartas es menor del que nos cuesta al resto, ya que es un franqueo concertado; sin embargo, el banco a nosotros nos cobra el precio del sello como comprado en el estanco. En fin, todos sabemos tal o cual excusa de la entidad bancaria para quedarse con estas pequeñas sumas: 0,50 euros, 3,00 euros y cantidades análogas. Pero no son tontos. Muchas cuentas pequeñas se convierten en millones de euros, y para nosotros, enfadarnos por estas cantidades es fastidioso y exasperante.

Eso son los bancos, en los que nos imaginamos que unos hombres con chisteras y puros habanos juegan con el dinero de todos. Pero ahora están aprendiendo estas artimañas otras oficinas, ahora públicas: los ayuntamientos y administraciones varias.

Os invito a que os acerquéis a casi cualquier Ayuntamiento y leáis los cartelitos que se encuentran pegados en los cubículos de espera; descubriréis estos anuncios, como yo he podido observar: fotocopias, 0,50 euros. Compulsa de documentos, 1,20 euros. Certificaciones de segregación, 150,00 euros.

Así con muchas otras actividades que hasta hace poco tiempo hacía gratuitamente, y que además algunas son propias del servicio a los administrados, por lo tanto deben ser subvencionadas con nuestros impuestos. Ahora pagamos porque existan estos organismos, pero parece que si necesitamos su trabajo, volvemos a pagar. Estas cantidades no son aleatorias, esta semana las memoricé esperando en el registro de un Ayuntamiento de nuestra provincia, cuyo nombre me reservo, pero no es el único que lo luce; eso sí, cada uno con sus tarifas.

Esto es lo malo de las crisis que muchas veces aprende uno técnicas no muy recordables de exprimir a otros, ya que me ahogan a míi.

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