La otra orilla

Javier rodríguez

La espiral rota

La historia de Manuel pudo haber terminado hace ya mucho tiempo de una de esas maneras que suelen narrarse en las crónicas de sucesos más sangrientas, sin embargo no fue así. Hay algo que hizo que de pronto se rompiera la espiral de violencia que se desató tantos años atrás cuando aun era un chaval y empezó a coquetear con la ilegalidad que se reserva a los que tienen la fortuna de nacer en una familia con un apellido de la aristocracia suburbial afincada en uno de esos barrios estigmatizados de una de las ciudades con más paro de Europa.

Él creía que hacía lo que hacía movido por la libertad sin saber que, en el fondo, lo único que había elegido era ponerse al servicio de las clases pudientes para ejecutar un trabajo que nadie quería: facilitar la droga a los niños de papá. Todo lo demás vino determinado por esa espiral de violencia: estaba cantado que lo detendrían, que lo apalearían, que volvería a la calle marcado y lleno de odio, que lo volverían a detener, que lo encarcelarían, que lo volverían a apalear. La espiral se hacía más grande hasta que fue encerrado en uno de esos módulos de aislamiento que han sido testigos de alguno de los episodios más ignominiosos y desconocidos de nuestra democracia.

Lo peor de todo es que llegó a creerse que se merecía todo aquello. Hasta que se encontró con una voluntaria que le dijo una frase que cambió su vida: "Tienes que aprender a perdonarte".

Aquella voluntaria dejó de ir a la cárcel. Le retiraron el permiso tras participar en un acto de la Asociación Pro Derechos Humanos pero a él aquello le hizo reaccionar: se merecía salir de ese maldito FIES, se merecía vivir una vida mejor que ese encadenamiento de condenas. Entró en Proyecto Hombre. Eso le ayudó no sólo a dejar las drogas sino a encontrar los pilares que le sostendrían como persona, esta vez sí, libre.

Su relato está lleno de nombres que conozco y me ayudó a pensar que merece la pena que sigamos construyendo puentes que ayuden a tanta gente, que en este momento está pasándolo mal, a salir de esa situación.

En un mundo donde son noticia permanente las muertes en el Mediterráneo, el renacer de los fascismos, el repunte de las agresiones machistas… los que estamos por la labor de acabar con tanto sufrimiento encontramos en esta pequeña historia motivos para seguir haciéndolo posible, no porque lo diga algún libro sino porque tenemos experiencias que lo confirman.

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