Estamos tan sobrados de talento los andaluces como nos dicen a todas horas los altavoces autonómicos y sus correas de transmisión en los medios? ¿No implica una resta del valor individual de los creadores que de hecho lo tengan la atribución de sus cualidades a esa supuesta condición privilegiada? ¿Confiere la mera pertenencia a un territorio algo parecido a un paquete de virtudes heredadas y heredables? ¿Es presumir del ingenio rebosante, que al parecer nos sale por las orejas, la respuesta más eficaz a la hora de enfrentar los prejuicios y el menosprecio de los ignorantes? ¿Cabe una reacción que no pase por sacar pecho e incitar a los actos de desagravio? ¿De verdad ha existido una conspiración secular destinada a acallar los extraordinarios valores del país? ¿Tienen todos nuestros males una explicación histórica?
¿Existen pueblos o comunidades más talentosos que otros? ¿Se remonta ese don a la noche de los tiempos y pervivirá hasta el improbable día del Juicio? ¿Debemos considerar como cosa nuestra las capacidades del vecino de al lado? ¿No nos definirían del mismo modo los defectos y las limitaciones de los que nos rodean, para no hablar de los propios? ¿Ha creado la burocracia regional una clientela de andaluces profesionales que lleva décadas repartiendo prebendas y certificados de buena conducta? ¿Podemos esperar algo de los que aspiran a sustituirla? ¿Han hecho otra cosa que disputarse las migajas los opositores o quienes se precian de hablar en nombre de las fuerzas vivas? ¿Tiene utilidad una política destinada a halagar los oídos de la gente? ¿Será invariablemente cierto que la culpa la tienen los de fuera?
¿Son traidores a la causa quienes se permiten cuestionar las certezas autocomplacientes del poder y de sus terminales oficiosas? ¿Son ciudadanos más comprometidos o más leales quienes callan u otorgan? ¿Se puede amar la tierra en la que uno ha nacido sin suscribir el tópico discurso de sus excelencias? ¿Les interesa un carajo el arte, la ciencia o la cultura a los programadores de los medios públicos? ¿Tienen algo que ver con cualquiera de estos campos las insufribles galas y los continuos espectáculos dirigidos a la celebración de una forma de ser manifiestamente incomparable? ¿Sabemos vivir mejor que nadie al sur de Despeñaperros? ¿Nos admiran o envidian esos pobres forasteros que no se han enterado de nada? ¿Sueñan los gobernantes con convertir la geografía andaluza en el plató de una inmensa operación triunfo?
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios