Predecir el pasado

Algunas de esas luces que tiemblan en la oscuridad invernal son mucho más antiguas que los dinosaurios

Ya han llegado los primeros espejos al gigantesco telescopio que el Observatorio Europeo Austral está construyendo en cerro Armazones, en el desierto chileno de Atacama. Cuando todas las piezas hexagonales (798) se unan para formar una sola superficie, el vasto espejo conformará un disco de 39 metros de diámetro. El mayor telescopio jamás conocido. El lector esperanzado y melancólico, cuando estas noches busque la estrella de Belén, quizá olvide que la bóveda estrellada es una imagen fija y arbitraria de un pasado remoto. Algunas de esas luces que tiemblan en la oscuridad invernal son mucho más antiguas que los dinosaurios, y puede que su fuente originaria ya no exista mientras nosotros vemos, literalmente, su fantasma. Un fantasma llegado desde el albor del mundo.

Eso es lo que promete ofrecernos el telescopio chileno: una imagen más nítida, acaso sustancialmente distinta, del origen del tiempo y del espacio. Creo que todos recordamos el telescopio de Herschel, maniobrado por el científico y su hermana en la fría noche de Bath, como imagen convencional de la ciencia ilustrada. Un formidable telescopio diseñado por Herschel, quizá el más grande de su época, se instaló en el Buen Retiro en 1804, y fue destruido al poco por los franceses. No olvidemos, aun así, que Spinoza había sido ya un diestro pulidor de lentes; y que es en esa precisa artesanía barroca donde se dan tanto los avances ópticos de Huygens, telescópicos y microscópicos, como los hallazgos de Galileo de los satélites mediceos y las “orejas” de Saturno. Digamos, pues, que la ciencia moderna está fundamentada en la facultad visiva, y que la observación astronómica fue parte principal de ella. Ahora bien, qué revelaciones nos deparará el gran telescopio de Chile, cuya exploración dará comienzo en 2028, es difícilmente imaginable.

En las revistas de divulgación de los 80 se pronosticaba que para el año 2000 ya se habría acabado el petróleo, y que la humanidad tendría severos problemas de abasto cuando los chinos comenzaran a utilizar el papel higiénico... Como se ve, la especulación científica no se halla muy lejos la cartomancia en ciertos aspectos. De modo que la única predicción segura es la predicción del pasado. De esa prospección en la entraña juvenil del tiempo y la materia, acaso concluyamos algo sobre quiénes somos. O quizá no. En cualquier caso, se habrá obrado una paradoja irresoluble: estaremos asistiendo “en directo”, con la violencia y el crepitar de lo vivo, a una visión remota, a un mundo primordial, a un hecho inexistente.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios