El primer día del mes de marzo comienza la Cuaresma y el cuatro, sábado, a las 14:00 en el salón de Chimeneas de la Casa Colón, celebraremos la comida de hermandad que anualmente organizan los cofrades del Calvario con el fin de recaudar fondos para aquellas instituciones comprometidas con los más necesitados, marginados y empobrecidos.

Escribo estas líneas para clamar por una sociedad más justa y para aquellos que necesitados del testimonio cristiano, acudan a este almuerzo tan frugal y solidario.

Se trata de rememorar la tradición cristiana en el siglo XXI como seña de identidad y compromiso con una iglesia militante, cercana y fraterna con quienes sufren las carencias de nuestra sociedad y se ven arrastrados a una cruda existencia.

No hay nada novedoso en esta convocatoria, ya que no se reparten premios ni se imponen medallas, ni siquiera figuran los nombres de tantas las mujeres y hombres que invierten su tiempo en "causas perdidas", anónimas e inmensas, detrás de las cuales hay rostros, sudores, voluntades sin límites, con el único fin de intentar combatir la mordedura del hambre y la marginación.

¿Y qué vamos a hacer sólo unas cuantas manos? ¿Qué podemos hacer para saciar tanta necesidad? Cada cual debe mirar en su interior y preguntarse si vale la pena caminar en solitario o en comunidad.

No estamos solos. El mundo es desproporcionado, déspota y excluyente. Los más débiles se hallan unidos a una cadena que arrastra y conduce a un callejón sin salida, mientras que otros seres que pisan la misma tierra y el mismo aire se ven absueltos, libres, dueños de su propio destino y sus propios sueños, por eso, quienes sienten el alma abatida y la carne mordida ante el desasosiego y soledad de tanta "sombra andante", no pueden desoír la llamada.

Se cuenta que un viejo santón preguntó a sus discípulos si sabrían distinguir cuándo acaba la noche y comienza el día. Un discípulo dijo: "Cuando puedo distinguir entre un león y un tigre. -No, dijo el maestro-. Otro dijo, cuando puedo distinguir entre un roble y álamo. -No, dijo de nuevo-. ¿Entonces dinos? Cada vez que un hombre o una mujer pasa a vuestro lado, si no sabéis distinguir en su rostro a vuestro hermano, entonces, por más que miréis, siempre será de noche".

Esta breve sentencia es todo un mensaje inquietante y provocador que los cofrades del Calvario afrontan con espíritu de gozo y sacrificio. Acudid al Potaje.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios