Pobre patria

Esta investidura se está negociando –habrá que repetirlo– con un prófugo de la justicia que dio un golpe de Estado

Ayer, mientras veía algunas escenas del debate de investidura, me acordé de aquella canción que Franco Battiato compuso en 1991, justo en la época del hundimiento del sistema político italiano por las investigaciones de los jueces de Manos limpias, y que Battiato tituló con un lamento tan desnudo como elocuente: “Pobre patria”. “Pobre patria –decía la voz dolorida de Battiato–, pisoteada por los abusos de poder/ de la gente traidora que no sabe qué es el pudor/y que se cree poderosa y que lo hace todo bien/ y que todo le pertenece”. El verdadero arte es capaz de registrar no sólo lo que ha sucedido y está sucediendo, sino también lo que sucederá en el futuro. Y aquí tenemos la prueba. Las palabras desconsoladas de Battiato se referían a la Italia en bancarrota moral de los años 90, pero parecían retratar lo que estaba ocurriendo ayer mismo en las Cortes. “Y entre los dirigentes, ¡cuántos perfectos e inútiles payasos!”, clamaba –casi lloraba– Franco Battiato. Si tuviéramos que hacer un resumen de lo que vimos, este sería el mejor resumen: “¡Cuántos perfectos e inútiles payasos!”. No hay nada más que decir.

Esta investidura se está negociando –habrá que repetirlo todas las veces que haga falta– con un prófugo de la justicia que dio un golpe de Estado y que huyó del país en el maletero de un coche. Y por si fuera poco, el sujeto en cuestión se ha propuesto destruir el país con el que ahora negocia la investidura y encima sostiene unas ideas etnicistas y supremacistas que forman parte del ideario de la más apestosa extrema derecha. En ningún otro país de lo que llamamos mundo occidental se conoce una situación equiparable a esta. Pero los zombis y los serviles a las órdenes del gobierno de Sánchez nos quieren hacer creer que todo es muy normal y muy democrático porque así lo ha decidido el “bloque progresista”. Tócate las narices. Ojalá fueran ciertas las tonterías que repite Yolanda Díaz sobre los ricos que van a huir de la Tierra en un cohete. Sí, ojalá fuera cierto que ese cohete existe, porque después de ver lo de ayer, uno desearía meterse en el cohete y huir de aquí lo antes posible. Y adonde fuera. Porque hasta en el gélido y remoto Plutón debe de haber más inteligencia política y más altura moral que la que tenemos en esta desdichada tierra de los perfectos e inútiles payasos. Pobre patria, sí, pobre patria.

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