La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Nazarenos de Sevilla al mamarracho modo

Exigimos respeto al nazareno, pero es el nazareno el que no puede hacer el indio con una conducta indebida Días de barro y alta velocidad La ventana del Corral del Conde

Nazarenos de la Amargura.

Nazarenos de la Amargura. / José Luis Montero (Sevilla)

Duele contemplar a nazarenos que hacen el vaina. Una túnica no es un disfraz, ni un traje cualquiera. Para muchos cofrades es su mortaja, para otros la ilusión de que cuando ellos falten sean sus hijos o nietos quienes se revistan con ese misma túnica y ese mismo antifaz. Exigimos respeto al nazareno en la Semana Santa de hoy que pretende su reducción, pero es el nazareno quien tiene que respetarse a sí mismo, a su cofradía, a sus hermanos. No se puede hacer el payaso cuando se es nazareno, no se puede hacer el chufla camino del templo ni de regreso a casa, no se debe entrar en bares, exhibir conductas indecorosas o hacer sencillamente el indio. Uno se reviste de nazareno para hacer estación de penitencia acompañado a sus sagrados titulares. No hay más, ni tampoco menos.

Una túnica de nazareno es en muchos casos el símbolo de toda una vida. Suma años de calle, oración, reflexión, algunas lluvias y muchas horas de amor en los preparativos y en la recogida hasta el año siguiente... si Dios quiso y quiera. Cuando se va vestido de nazareno no se atiende a nadie, se mira al frente, no existe otra cosa que la estación de penitencia. No se hacen aspavientos, no se distrae descaradamente la mirada, los movimientos deben ser discretos. Estamos sufriendo a demasiados chuflas que se montan en patinete vestidos con túnicas de ruan o a mamarrachos que no merecen ser de la Amargura que se metieron en un besamanos. 

La Semana Santa se enseña en el hogar y se echa a perder en las redes sociales, en el afán de microprotagonismo, en la cultura que busca la atención del instante, en la estupidez del zasca... El enemigo está dentro. Siempre suele estarlo. También ocurre con la fiesta de los toros. Hemos pasado de la gracia sana y auténtica de los nazarenos descubiertos en aquellas Madrugadas duras en blanco y negro a los mamarrachos de hoy, gentuza que no respeta la heráldica de una cofradía que prestigiaron sagas familiares, particulares de reconocido prestigio, grandes sacerdotes y trabajadores y colaboradores de la hermandad. 

Hoy es Jueves Santo, el día clásico de la Semana Santa. Liturgia de visita a los sagrarios, mantillas negras, cofradías con un sello muy particular y distinguido. Pero todo lo dicho debe ser cuidado como merecen las rosas delicadas de un jardín particular. Cada mañana, cada día, cada año. Todo lo que ha llegado a nuestros días ha sido gracias a quienes nos precedieron. No dejemos una Semana Santa peor a nuestros descendientes. Seamos nazarenos respetuosos y que se hacen respetar. 

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