MAL asunto el de los mensajes que no cuadran. Hay un par de cuestiones que prácticamente nadie discute en el mundo del fútbol. Una de ellas es de la ausencia de democracia. En un vestuario manda el entrenador y su autoridad no se discute. Las alineaciones no se votan, las decisiones no se toman por consenso. A Javi López lo dejaron al descubierto desde el club y fue depuesto. La otra es la de hablar las cosas dentro y dejar para fuera los mensajes pastorales.

Las opiniones contrarias enriquecen los debates parlamentarios y las tertulias mediáticas a las que somos tan aficionados por estas tierras, pero ayudan poco a un equipo de fútbol que además de estar unido debe parecerlo. Las palabras de Adrián Colunga y de Emilio Sánchez pueden significar poco más que una disparidad de criterios lógica, puesto cada uno defiende la cuestión desde su bando. El equipo no hace gol. El delantero dice que no le llegan balones y el que se los tiene que dar asegura que lo hace. Una postura casi infantil si me apuran, si no fuera por el calado que este tipo de debates elevados al panorama público tiene.

Si un equipo no ve puerta, los primeros protagonistas son los delanteros. Se ponga como se ponga el aludido. Después llegan sus suministradores y, desde luego, los demás. Todos tienen proporcionalmente su responsabilidad, pero que nadie quiera evitarlas.

A este Recreativo no le hace ningún favor que el futbolista en el que tiene depositadas sus mayores esperanzas realice unas declaraciones tan poco afortunadas. Ayuda poco en un momento en el que lo último que necesita el club es verse inmerso en un cruce de palabras, sea o no la intención. Hablar se habla en el campo.