La entrevista publicada por esta casa antesdeayer al presidente Griñán ha levantado a las huestes cibernéticas como pocas veces antes. Decenas de correos entraron en la web de este periódico diciendo de todo. Y todo publicado en un encomiable ejemplo de libertad de expresión. Cierto que casi todo fue crítico, duro y acerado para el protagonista. El personal está calentito y no hay manera de enfriarlo con las consabidas promesas, declaraciones y cuentos chinos habituales en la casta política. El caso es que a mí, las respuestas de presidente no me molestaron; cosa muy de agradecer visto lo visto todos los días en nuestros mentideros y escaparates políticos, donde lo grotesco sigue a lo cínico y lo cutre a lo indecente. El presidente estuvo comedido, ajustado, sobrio. No es poco. Como también es habitual dijo la consabida frasecita para contentar a la fiel infantería progre: "Rosa Aguilar no es más roja que yo". La frase, con sus análisis sintáctico, conceptual e histórico, da para varios artículos. Pero la dejaremos ir. Él solo se metió en un huerto del que salió pelín embarrado. Y es que aquí se perdió el presidente. Era una frase innecesaria, insustancial e inapropiada para quien ostenta la representación del Estado y la Constitución delante de ocho millones de españoles. El resto bien. No hizo alardes el presidente de andalucismo de charanga y pandereta y dio la impresión de conocer el tablero en el que se juega la partida de la política andaluza. Como todos los líderes políticos, sabe muy requetebién que el enemigo no lo tiene fuera, más allá de las murallas del partido; antes bien está intramuros, a este lado de la puerta, muy cerca siempre, sintiendo su aliento en el cogote todo el día. Es el estigma de Caín, la sombra del gran fratricida, la que recorre y enseñorea los despachos de los partidos españoles.

Así pues, el presidente, de momento no molesta, no se dedica a meter el dedo en el ojo a los contribuyentes, no se ha puesto la mantilla ni tocado las castañuelas y parece que quiere gestionar sin pisar callos. Pues nada, bienvenido, mientras así sea. Y no se preocupe por tratar contrarrestar la imagen de Rosa Aguilar. Ahí, señor presidente, nada debe temer. Recuerde la anécdota del gran Salvador Dalí referida a don Pablo Picasso y aplíquesela a sus relaciones con la ex - alcaldesa. "Picasso, es comunista; yo tampoco". Sin problemas, presidente. Sólo una cosa más, no vuelva a decir que Andalucía está incompleta después de treinta años de gobierno de sus correligionarios; diga otra cosa, al menos para no encender a los cibernautas onubenses que unánimemente le criticaron esta afirmación.

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