La otra orilla

MARÍA ÁNGELES PASTOR

Hoy no es el día de la mujer

Evidentemente hoy no es 8 de marzo. Por eso hoy ni los políticos declaran su compromiso con la igualdad, ni los sindicatos denuncian las discriminaciones salariales, ni en los centros docentes se habla de mujeres que, de haber nacido hombres, hubieran recibido el reconocimiento que merecían.

Hoy no es el día de la mujer y por eso los medios de comunicación han manifestado un escaso interés en el discurso que hace pocos días pronunció Oprah Winfrey en los Globos de Oro, una oda al poder de las mujeres y a la verdad como herramienta de lucha y esperanza. Tampoco hoy se revelarán en portada casos flagrantes de discriminación similares al de una veterana periodista de la BBC, que ha dimitido esta semana, tras años de reclamaciones y denuncias, por el sistema salarial de la cadena británica, que beneficia a los hombres.

Hoy no es el día de la mujer y no trascenderá que la brecha entre hombres y mujeres tardará unos 170 años en cerrarse, y podrá ser peor porque en la última década se advierte un retroceso en los países (supuestamente) desarrollados como España. Eso dice al menos el informe anual del Foro Económico Mundial, que seguramente tampoco esté integrado por muchas mujeres. Tampoco hoy se divulgará que el aplaudido Pacto contra la violencia de género ha logrado contener la movilización social, pero no pondrá en marcha este año más que el 10% de las medidas previstas, algunas de ellas ya funcionando y sin presupuesto.

Hoy no se hablará de la violencia sexual que sufren las mujeres sólo por el hecho de serlo, desde el acoso callejero llamado piropo hasta los comentarios cargados de connotaciones en el trabajo o las agresiones de cualquier tipo. A no ser, claro está, que tengamos un caso de violación colectiva o asesinato, que tanto morbo despiertan.

Hoy no nos enteraremos por los telediarios del legado de mujeres recientemente fallecidas, a las que tampoco yo podré nombrar en las exiguas líneas de este artículo. Si su extraordinaria labor artística, científica o política fue prácticamente invisible durante su vida, menos aún se recordará su nombre después de muertas.

Pero hoy, como todos los días, mujeres que cargan con la etiqueta de "feministas" (y lo hacen con orgullo) continuarán su lucha cotidiana. Una lucha en sí misma generadora de cambios sociales y políticos, no para las mujeres, sino para todos los seres humanos, en pro de una mayor igualdad y justicia social.

Quizás por eso no se hable de ello.

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