La Verdad es Plural

Marisa Fernández Serrat /

Gobernar para los niños

Hace unos días, en la Facultad de Educación de nuestra Universidad de Huelva, tuvimos la oportunidad de charlar con Francesco Tonucci, un conocido y reconocido pedagogo italiano. A pesar de su edad, llegó, habló y sonrió como un adolescente con escasa experiencia y abundantes sueños. Y, como si fuese un inmaduro jovencito, se atrevió a hablar de libertad, de ilusiones, esperanzas y de un mundo mejor sin hacer en ningún momento alusiones políticas y sin reivindicar a los gobiernos responsabilidades para conseguirlo. Osó proponer la búsqueda de caminos distintos a los de ahora (seguramente, diferentes a los que Griñán propone). Se aventuró a pedirnos que emprendiésemos cambios (probablemente, no los de Arenas). Tonucci nos invitó a recapacitar en cómo se están diseñando ciudades pensando sólo en los adultos y nunca en los niños, bajo la seguridad de que es imposible contentar a los dos. Se está con unos o con los otros y las ciudades, según su criterio, están organizándose atendiendo a las necesidades de los padres y no a los derechos de los niños. Insistió acerca de las ventajas de urbanizarlas haciendo que prevalezca la autonomía sobre el control. Disponemos, aseguraba, de más espacios dedicados a aparcamientos que al juego de los niños y los horarios escolares se confeccionan pensando en las actividades de los padres y no de los hijos, ponía como ejemplo. Tonucci ha venido a recordarnos la importancia del juego, advirtiendo que para que sea valioso deberán proporcionar riesgos porque sin pasar apuros resulta muy difícil potenciar el desarrollo personal y social. Porque merece la pena que los niños vivan el placer que produce sortear los riesgos. Porque sólo arriesgándose podrán medir sus propias capacidades, sólo así podrán conseguir la experiencia de la superación de un obstáculo, sólo así irán aprendiendo a gestionar la frustración que implica el fracaso. Cuando se aumentan las defensas, en cualquier aspecto de la vida, nos argumentaba, se incrementan los miedos y sólo cuando éste disminuye es posible la autonomía.

Hoy, domingo de primavera, los andaluces vamos a las urnas. Este domingo, y aunque sólo sea por este día o por un rato, estaría bien imaginar que quienes nos gobiernen se preocuparán por los niños, sus necesidades y derechos. Este domingo quisiera creer que mañana podría ser el inicio de un sistema que gobernará nuestras vidas luchando para que, aunque los peligros aumenten, el miedo desaparezca. Me gustaría pensar que mañana, después de que esta noche todos los grupos políticos se den por vencedores, se dé el primer paso para la construcción de una sociedad más justa en la que vayamos edificando, entre todos, esa sensación perdida de seguridad que, como diría Tonucci, no se regala sino que se crea.

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