POCO a poco se acaba la campaña electoral. Una campaña que se presentó con la novedad de ser única. De no estar compartida, como siempre, con las generales. Se podía hablar de Andalucía. Y no ha sido así. Le han dado la vuelta para ceñirse a los recortes -los conocidos y los que vienen-, para criticarse los partidos como casi siempre y, en definitiva, para obviar a la Comunidad. Así se han ahorrado promesas. Eso es verdad. Se ha pasado de lo monumental, de lo grandioso, a lo lejano, a lo menos parecido a un compromiso de los candidatos con los electores. Así no hay problemas. Es una campaña de bajo perfil. Los números uno no quieren cogerse los dedos y lanzan balas de fogueo con la intención de dejarse las manos limpias para hacer, quien gane, lo que le venga en gana. Si lo dejan. Todo esto tiene la ventaja de que han molestado poco a los ciudadanos que han visto pasar la campaña casi sin enterarse de que hay que votar el día 25. Mejor así.